Los problemas del ruso-mandarín…
Me encuentro en St. Petersburgo dando retiro a los seminaristas. Como siempre el ruso (la lengua) es fuente de tensiones. ¿Se entiende lo que quiero decir? ¿Les incomodará mucho mi acento? Hace unos meses, comentando estas dificultades con el obispo Klemens Pickel de Saratov, éste me dijo algo así como: «si es que sufres mucho con el idioma es bueno preguntarse si estás predicando a Jesús o a ti mismo«. Creo que hay algo muy cierto en lo que me dijo. Como cura me toca mucho hablar en público, y siempre sufro con este idioma tan bonito como difícil…pero, al final de cuentas, ¿cuál es el problema? Se hace lo que se puede, más haya ya no depende de nosotros. Ya es asunto de Dios, él verá como resuelve el problema. ¿Cómo se salió la charla? ¿Se entendió? ¿Les gusto? Todo eso es centrarse mucho en cosas que dependen más de los demás que de mí…es demasiado endeble como para esclavizarse. En todo caso, esta es mi pobreza…el hacer un poco el «loco» en estas tierras. La gente se reirá, se compadecerá, otros se enojarán, otros entenderán…pero este no es el punto. Eso es asunto de ellos. Lo importante es que Dios tendrá que ver qué hacer con todo mi trabajo y esfuerzo. Uno hace lo que se puede…el resto, pues no es mi problema. Como botón de muestra…dos vídeos de la biblioteca y centro cultural Inigo. De más está decir que en cada una de estas presentaciones
me sentía como dando un examen de grado…
En fin…Dios dirá.