La Transfiguración y la resurreccion de Jesús
El primer elemento a considerar será el contexto. La transfiguración se encuentra más o menos en la mitad del Evangelio de Marcos, lo que es muy importante si consideramos algunos elementos presentes en el inicio y en el final de la obra. En el bautismo de Jesús, habíamos visto como el cielo se abría y el Espíritu descendía (1,10) destruyendo la distancia entre la esfera celestial y la humana; lo mismo al final del Evangelio cuando el velo del Templo se razgó en dos de arriba abajo (15,38). En el inicio de la obra, también en el bautismo de Jesús, una voz se escucha desde los cielos diciendo, Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto (1,11); lo mismo al final del Evangelio cuando el soldado romano reconoce la verdadera identidad de Jesús en la cruz señalando, realmente este hombre era Hijo de Dios (15,39). El texto de la Transfiguración, haciendo de visagra, contiene los mismos elementos. Por una parte la distancia entre las realidades celestiales y la tierra se supera en el viaje celestial de Jesús simbolizado en el ascenso de un monte alto (9,2) y de la nube como presencia de Dios; por otra parte, tambien en esta experiencia se escucha la voz de Dios declarando: Este es mi Hijo amado, escuchadle (9,7).
El segundo elemento es la ascensión del monte como símbolo de un viaje celestial, punto atestiguado en relación a la ascensión de Moisés al monte Sinaí (Ex 34) y que está ligado al tema de la transformación. Recordemos que en el tiempo de Jesús se especulaba mucho respecto a la experiencia de Moisés en el Sinaí y se decía que en verdad el héroe veterotestamentario había subido a los cielos. Encontramos ejemplo de ello en Eclo 45,1-5; Test. Moisés 1,15; Ezek. Tramat.68-69; Filón Vit.Mos. 1.155-59; Sac.9; Post. 27-31; Gig. 49; 4Q374 frag.2 col. II; 4Q377 Frag. 1 recto coll II; Targum de Deut 30, 11-12; BT Shabb 88b-89ª; Deutoronomio Rabbah 11,3. Veamos algunos de estos ejemplos.
Ezequiel el Dramaturgo señala que a Moisés le fue revelada la gloria de Dios al recibir la Ley (45,3) ya que Dios se la dio cara a cara (45,5). En este encuentro Dios le hace escuchar su voz y le introduce en la nube oscura (45,5). Esta experiencia visionaria también lleva aparejada la transformación de Moisés por cuanto se le concedió la gloria de los ángeles , lo hizo poderoso y temido por sus enemigos (45,2), lo convirtió en sacerdote y mediador entre Dios y su pueblo (45, 5). Ejemplos de la literatura del Qumrán es 4Q377 Frag. 1 recto coll II donde se habla de la deificación de Moisés durante su ascensión al Sinaí. En las líneas 9-11 se contrasta la imagen del pueblo con Moisés. Mientras el primero se mantiene temblando y lejos de la gloria de Dios y de los magníficos truenos, Moisés estaba con Dios en la nube donde fue santificado y habló con su boca como un ángel, porque ¿ha habido un mensajero como él, un hombre piadoso como él? En este texto Moisés se asocia con un ángel y con el mesías de Dios. En primer lugar, la transformación de Moisés en ángel se afirma mediante la expresión estar en pie, levantar : Y en la tierra él se levantó en la montaña para enseñarnos que no hay Dios aparte de Él y ni roca como Él (línea 8). Filón de Alejandría menciona varios ejemplos de cómo Moisés asciende a los cielos y se transforma. En Sobre la vida de Moisés, i.158ss leemos: Además se nos dice que penetró (Moisés) en las tinieblas donde Dios estaba, es decir, en la inmaterial, invisible, incorpórea y arquetípica esencia de lo existente. Así conoció lo que está oculto a nuestra naturaleza mortal. En Preguntas sobre el Éxodo 2.4 leemos: el llamamiento al profeta desde arriba es un segundo nacimiento superior al primero. Esto porque el primer nacimiento está relacionado con el cuerpo y con los padres corruptibles, mientras que el segundo no es un compuesto sino que el alma aparece como soberana, cambia de una forma productiva a una improductiva, que no tiene madre, sólo un Padre que es Padre de todo. Como sea que la llamada de arriba o, como hemos dicho, el nacimiento divino ocurre (…) en el séptimo día, a diferencia del nacimiento de la tierra, que es corporal, mientras que el segundo viene del cielo y es sin cuerpo. Esta imagen del segundo nacimiento tiene que ver con la experiencia mística de la transformación ante Dios. Se vuelve al estado previo al primer pecado. En Preguntas sobre el Éxodo cuando comenta Ex 24,9-11 dice: ¿Cuál es el significado de las palabras: «ellos aparecieron ante Dios en el lugar, y comieron y bebieron»? Significa que habiendo visto el rostro del Padre, no permanecieron en ningún lugar mortal, porque lugares como ése son impuros y están profanados, sino que emigraron a un lugar divino llamado Logos.
El tercer elemento es la transformación del vidente como producto del viaje celestial. Ya hemos visto varios ejemplos en el caso analógable de la ascensión de Moisés al Sinaí. En el caso de la transfiguración de Jesús en Mc la transformación se explicita cuando se nos dice que sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede dejar tan blancos (9,3). El motivo de los vestidos también tiene muchos paralelos en la literatura referente a los viajes celestiales. En estos textos los vestidos simbolizan la transformación del vidente que ha subido a las esferas celestiales. En 1Enoc 14 el visionario contempla a la Gran Gloria con un vestido que era más brillante que el sol y más blanco que la nieve. En el Testamento de Leví, cuando los cielos se abren, el héroe contempla a siete hombres vestidos de blanco (8,5-8) quienes le vestirán de maravillosos vestidos para significar su transformación en sacerdote celestial. En el Apocalipsis de Zefonías, el vidente no sólo es rodeado por miles y miles de ángeles que alababan, sino que es vestido con los vestidos ángelicales (8,1-4). En el 2Enoc Dios le dice al ángel Miguel que desvista a Enoc de sus vestidos terrenales para ungirlo con un aceite maravilloso y vestirlo con vestidos de gloria. Enoc continua el relato diciendo: Él me ungió con un aceite maravilloso, cuya apariencia era más grande que la más grande de las luces, cuyo ungüento era como un dulce rocío, su fragancia era como la mirra, y su brillo como el sol. Y esto me cubrió entero, y yo comencé a ser como uno de los gloriosos ángeles, y es que no había diferencias (22,8-10). Por último, en el Himno de la Perla en los Hechos de Tomás los vestidos también tienen una importancia fundamental para significar la naturaleza celestial adquirida. (Para los vestidos ver: Ulansey, David, The Transfiguration, Cosmic Symbolism, and the Transformation of Consciousness in the Gospel of Mark).