La semejanza de Dios y el abajamiento del hombre
La serpiente, que tienta a la mujer en el Gn 3, se describe como la más astuta de los animales… A parte de la mala prensa que tienen las serpientes, ¿por qué se le describe como en estos términos? ¿Por qué esa enemistad con los hombres? ¿Qué le habíamos hecho a las serpientes para que nos traten de esa manera? Bromas aparte, para desentrañar el significado de este texto tenemos que reconocer que la creación del hombre desde el
principio responde a circunstancias especiales.
Cuando Dios crea al hombre muestra un interés personal (hagamos al hombre…) que se distingue de
la forma impersonal de la creación, por ejemplo, de los animales (produzca la tierra seres vivientes …). Más aún, el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios…lo que lo
convierte en un ser superior no sólo a los animales, sino que a los propios ángeles. Es precisamente a causa de
esta imagen que los ángeles son
obligados a postrarse delante de Adán. En el apócrifo de La vida de Adán y Eva tenemos el testimonio de Satán que explica su
odio a la raza humana. Tenemos que después de la creación, Dios le dice a Miguel, “¡mirad he creado al hombre a semejanza de mi imagen!” Entonces Miguel
llamó a todos los ángeles, y Dios les dijo: “Venid y postraros delante del dios
que he creado”. Miguel se postró el primero. Él me llamó [está hablando
Satán] y me dijo: “Tú también, postraos
delante de Adán”. Yo le contesté: ¡salid de aquí, Miguel! Yo no me postraré
delante de aquel que ha nacido después de mí, porque yo soy primero. ¿Por qué
sería apropiado para mí postrarme delante de él?”. Los otros ángeles que
estaban conmigo escucharon esto y mis palabras les parecieron correctas y
tampoco se postraron delante de Adán (13,1-14,3). Un elemento importante en
este relato es el significado de la imagen
divina que ostenta Adán y que provoca la envidia del ángel Satán. La imagen divina implica el ser exaltado sobre los ángeles. Ahora
bien, la paradoja, y al mismo tiempo la gran profundidad teológica del relato,
radica en que esta imagen o exaltación se realiza a través del
abajamiento y anonadamiento. La humillación precede a la exaltación. Esto es lo
que Satán, y más tarde Adán, no comprendieron…para ellos la imagen y exaltación pasa prescindiendo
del abajamiento. No sucede lo mismo con el Himno de los Filipenses, donde la
dinámica humillación-exaltación queda
claramente establecida configurando la semejanza
de Cristo como segundo Adán. Y no solamente en el Himno de los Filipenses, sino que también a lo
largo del Gn en general. Pensemos, por ejemplo, en Rebeca, la esposa de Isaac,
a quien Dios dice: Dos naciones hay en tu
seno, y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte
que el otro, y el mayor servirá al menor (Gn 25,23). El mayor ha de
servir al menor…es la historia de Cain y Abel, de Jacob y Essau, de José y sus
hermanos, etc. Esa es la vocación de Israel en relación a las demás naciones
para así realizar las bendiciones que a través de ella Dios quiere derramar (Gn
12, 1-3). Es lo que una y otra vez repiten los evangelios…los últimos serán los primeros. Esa es la vocación adámica…realizar
la imagen de Dios. Satán no puede comprender esta dinámica. También Adán está lejos de captar el significado de ser imagen. La serpiente, a pesar de ser la más astuta de los animales, se encuentra aún más lejos de la adecuada comprensión. Para más detalles:
Gary Anderson, The Genesis of Perfection,
p.21-29.
principio responde a circunstancias especiales.
Cuando Dios crea al hombre muestra un interés personal (hagamos al hombre…) que se distingue de
la forma impersonal de la creación, por ejemplo, de los animales (produzca la tierra seres vivientes …). Más aún, el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios…lo que lo
convierte en un ser superior no sólo a los animales, sino que a los propios ángeles. Es precisamente a causa de
esta imagen que los ángeles son
obligados a postrarse delante de Adán. En el apócrifo de La vida de Adán y Eva tenemos el testimonio de Satán que explica su
odio a la raza humana. Tenemos que después de la creación, Dios le dice a Miguel, “¡mirad he creado al hombre a semejanza de mi imagen!” Entonces Miguel
llamó a todos los ángeles, y Dios les dijo: “Venid y postraros delante del dios
que he creado”. Miguel se postró el primero. Él me llamó [está hablando
Satán] y me dijo: “Tú también, postraos
delante de Adán”. Yo le contesté: ¡salid de aquí, Miguel! Yo no me postraré
delante de aquel que ha nacido después de mí, porque yo soy primero. ¿Por qué
sería apropiado para mí postrarme delante de él?”. Los otros ángeles que
estaban conmigo escucharon esto y mis palabras les parecieron correctas y
tampoco se postraron delante de Adán (13,1-14,3). Un elemento importante en
este relato es el significado de la imagen
divina que ostenta Adán y que provoca la envidia del ángel Satán. La imagen divina implica el ser exaltado sobre los ángeles. Ahora
bien, la paradoja, y al mismo tiempo la gran profundidad teológica del relato,
radica en que esta imagen o exaltación se realiza a través del
abajamiento y anonadamiento. La humillación precede a la exaltación. Esto es lo
que Satán, y más tarde Adán, no comprendieron…para ellos la imagen y exaltación pasa prescindiendo
del abajamiento. No sucede lo mismo con el Himno de los Filipenses, donde la
dinámica humillación-exaltación queda
claramente establecida configurando la semejanza
de Cristo como segundo Adán. Y no solamente en el Himno de los Filipenses, sino que también a lo
largo del Gn en general. Pensemos, por ejemplo, en Rebeca, la esposa de Isaac,
a quien Dios dice: Dos naciones hay en tu
seno, y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte
que el otro, y el mayor servirá al menor (Gn 25,23). El mayor ha de
servir al menor…es la historia de Cain y Abel, de Jacob y Essau, de José y sus
hermanos, etc. Esa es la vocación de Israel en relación a las demás naciones
para así realizar las bendiciones que a través de ella Dios quiere derramar (Gn
12, 1-3). Es lo que una y otra vez repiten los evangelios…los últimos serán los primeros. Esa es la vocación adámica…realizar
la imagen de Dios. Satán no puede comprender esta dinámica. También Adán está lejos de captar el significado de ser imagen. La serpiente, a pesar de ser la más astuta de los animales, se encuentra aún más lejos de la adecuada comprensión. Para más detalles:
Gary Anderson, The Genesis of Perfection,
p.21-29.