La imagen de Adán, los vestidos gloriosos y la práctica hesicasta

Una interesante tradición del Pseudo Macario
respecto a Adán se preserva en la Homilía II. 12.1 [xxvii] donde se dice que cuando pecó Adán perdió dos cosas. Primero la posesión de su naturaleza, tan querida,
creada de acuerdo a la imagen y semejanza de Dios. Segundo, perdió la imagen en
sí misma, que había sido extendida sobre él, de acuerdo a la promesa de Dios,
la herencia celestial total.
Más aún, otro texto importante en la homilía
nos dice que antes del primer pecado, Adán y Eva  estaban vestidos con la Gloria de Dios (II.12.8)[xxix].
Ambos textos sugieren una continuidad entre la imagen de Adán y los vestidos de
Gloria.  Un aspecto importante del Pseudo
Macario es la distinción que hace entre la naturaleza
de Adán, creada de acuerdo a la imagen y semejanza de Dios [xxx], y la imagen misma de Adán, refiriéndose a dos
cosas independientes que se perdieron al mismo tiempo con el primer pecado.
Esta es una sutil distinción teológica que nos indica hasta qué punto el autor
estaba al día con las agadas judías respecto al tselem de  Adán, esto es, la
luminosa imagen de la Gloria de Dios de acuerdo a la cual Adán fue creado [xxxi].
El término imagen se encuentra en
numerosos textos neotestamentarios, entre ellos Col 1,15 donde se describe a
Jesús como la imagen del Dios invisible, lo
que se compara con la creación de Adán a imagen de Dios [xxxii]. Esta conexión
teológica entre la creación de Adán de acuerdo a la imagen de Dios y Cristo
como la imagen de Dios abre múltiples posibilidades en el uso de la reflexión
agadica del tselem de Adán en el contexto teogónico cristiano.  Palamas, siguiendo a Macario depende de
antiguas tradiciones sobre el luminoso tselem de Adán. El argumenta que antes del pecado, Adán también participó
de la divina iluminación y resplandor, y porque estaba verdaderamente vestido
en vestidos de Gloria él no estaba desnudo
. Las trágicas consecuencias de
la caída de Adán para la condición humana del tselem, tiene, sin embargo, un
reverso cuando el hombre deja a un lado los problemas del presente y se sumerge
en la perfección de la semejanza que se realiza a través de la iluminación
divina desde Dios. La cuestión es recuperar la perdida imagen luminosa de Dios
que de un modo misterioso todavía permanece en el hombre, a veces en la forma de
un luminoso vestido del corazón y que puede emerger a través de la práctica
hesicasta.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.