La fe como tenacidad y perseverancia (Lc 11,5-8)
En Lc 11, 5-8
nos encontramos con la parábola del vecino que importuna al dueño de casa a
medianoche pidiéndole tres panes. Algunas claves para entender la parábola
tienen que ver, primero, con el principio del
cuanto más, la idea es, si hasta las personas más egoistas responden
afirmativamente, incluso por cansancio, a las demandas de los necesitados…cuanto más hará Dios que se preocupa de
verdad de los suyos. La idea es reforzar una imagen positiva de Dios. Segundo,
la parábola se ocupa de la perseverancia de la oración que en este contexto se
relaciona con la fe entendida como una perseveranciadeterminada a alcanzar tal o cual don de Dios. La fe se define como tenacidad (ἀναίδειαν) (
חצוף), esto es, perseverar
sin miedo a la vergüenza, incluso insolencia
si es preciso para alcanzar lo necesario. Lo que Jesús está diciendo es, mirad, ninguno de vosotros se
molestaría si un vecino os despierta a medianoche por unos panes. En la cultura
hospitalaria del medio oriente esto se entiende como una conducta obvia. Sin
embargo, imaginaos el peor vecino que uno pueda tener, uno que se molesta y que
no quiere levantarse a ayudarte…pues bien, incluso esa mala persona se
levantará y te dará los panes, ya sea para que no lo molestes más. Y si ese
vecino malo es capaz de levantarse y ayudarte…cuanto más no haría Dios por ti. La fe, esa tenacidad insolente y
sin vergüenza, que es capaz de vencer al peor de tus vecinos, cuanto más hará con Dios. Esa tenacidad
la encontramos también reflejada en varias parábolas rabínicas. Rabi
Eleazar observó el ayuno pero la lluvia no cayó. Rabia Akiba observó el ayuno y
la lluvia cayó. Éste último fue a conversar con Rabí Eleazar, le dijo: “Te diré
una parábola. ¿A qué compararemos esto que ha sucedido? A un rey que tenía dos
hijas. Una era tenaz, la otra era agradable. Cuando la tenaz quería algo y se
presentaba ante el rey, éste decía, “dadle a ella lo que está pidiendo para que
se marche de una vez”. Pero cuando la
hija agradable quería algo y se presentaba delante del rey, éste postergaba sus
asuntos sólo para estar con ella porque gozaba solo de escucharla (y. Taan.
66d. capt 3, Hal.4). Un último ejemplo de la fe entendida como tenacidad en la
literatura rabínica dice relación con el por qué el pueblo de Israel fue digno
de recibir la Torah: El SEÑOR es mi
fuerza y mi escudo; en Él confía mi corazón, y soy socorrido (Sal 28,7).
Rabí Simón dijo una parábola: Había un rey que tenía una perla de gran valor.
Su hijo vino y le dijo: “¡Dame esta perla!” El rey le respondió: “La perla no
te pertenece”. Pero el hijo insistía y le importunaba tanto, que finalmente el
rey le dio la perla. Entonces Israel cantó una canción en el Mar Rojo a su
Dios, bendito sea: “Mi fortaleza y mi canción es el SEÑOR, (Ex 15,2)”.
Ellos habían pedido con tanto ardor que Dios le diese su Torah. Dios había
contestado: “La Torah no os pertenece, sino que pertenece a aquellos que
habitan en las alturas”. Sin embargo, porque ellos insistieron, Dios les dio la
Torah y les dijo: “El SEÑOR dará fuerza a su pueblo (Sal 29,11)”.
nos encontramos con la parábola del vecino que importuna al dueño de casa a
medianoche pidiéndole tres panes. Algunas claves para entender la parábola
tienen que ver, primero, con el principio del
cuanto más, la idea es, si hasta las personas más egoistas responden
afirmativamente, incluso por cansancio, a las demandas de los necesitados…cuanto más hará Dios que se preocupa de
verdad de los suyos. La idea es reforzar una imagen positiva de Dios. Segundo,
la parábola se ocupa de la perseverancia de la oración que en este contexto se
relaciona con la fe entendida como una perseveranciadeterminada a alcanzar tal o cual don de Dios. La fe se define como tenacidad (ἀναίδειαν) (
חצוף), esto es, perseverar
sin miedo a la vergüenza, incluso insolencia
si es preciso para alcanzar lo necesario. Lo que Jesús está diciendo es, mirad, ninguno de vosotros se
molestaría si un vecino os despierta a medianoche por unos panes. En la cultura
hospitalaria del medio oriente esto se entiende como una conducta obvia. Sin
embargo, imaginaos el peor vecino que uno pueda tener, uno que se molesta y que
no quiere levantarse a ayudarte…pues bien, incluso esa mala persona se
levantará y te dará los panes, ya sea para que no lo molestes más. Y si ese
vecino malo es capaz de levantarse y ayudarte…cuanto más no haría Dios por ti. La fe, esa tenacidad insolente y
sin vergüenza, que es capaz de vencer al peor de tus vecinos, cuanto más hará con Dios. Esa tenacidad
la encontramos también reflejada en varias parábolas rabínicas. Rabi
Eleazar observó el ayuno pero la lluvia no cayó. Rabia Akiba observó el ayuno y
la lluvia cayó. Éste último fue a conversar con Rabí Eleazar, le dijo: “Te diré
una parábola. ¿A qué compararemos esto que ha sucedido? A un rey que tenía dos
hijas. Una era tenaz, la otra era agradable. Cuando la tenaz quería algo y se
presentaba ante el rey, éste decía, “dadle a ella lo que está pidiendo para que
se marche de una vez”. Pero cuando la
hija agradable quería algo y se presentaba delante del rey, éste postergaba sus
asuntos sólo para estar con ella porque gozaba solo de escucharla (y. Taan.
66d. capt 3, Hal.4). Un último ejemplo de la fe entendida como tenacidad en la
literatura rabínica dice relación con el por qué el pueblo de Israel fue digno
de recibir la Torah: El SEÑOR es mi
fuerza y mi escudo; en Él confía mi corazón, y soy socorrido (Sal 28,7).
Rabí Simón dijo una parábola: Había un rey que tenía una perla de gran valor.
Su hijo vino y le dijo: “¡Dame esta perla!” El rey le respondió: “La perla no
te pertenece”. Pero el hijo insistía y le importunaba tanto, que finalmente el
rey le dio la perla. Entonces Israel cantó una canción en el Mar Rojo a su
Dios, bendito sea: “Mi fortaleza y mi canción es el SEÑOR, (Ex 15,2)”.
Ellos habían pedido con tanto ardor que Dios le diese su Torah. Dios había
contestado: “La Torah no os pertenece, sino que pertenece a aquellos que
habitan en las alturas”. Sin embargo, porque ellos insistieron, Dios les dio la
Torah y les dijo: “El SEÑOR dará fuerza a su pueblo (Sal 29,11)”.