La caída de Adán en la Cueva de los Tesoros
La caída de Adan, en la Cueva de los Tesoros, no es sino el arquetipo de la definitiva,
esto es cuando los descendientes de Set desciendan de las inmediaciones del
paraíso atraídos por la música, el
baile, los adornos, y las mujeres. La discusión de fondo en este período
versaba sobre si el pecado de Adán y Eva había sido suficientemente grave en
relación a las consecuencias que tuvo. Por ejemplo, Irineo disculpaba a Adán
porque este no había tenido experiencia previa de pecado y porque simplemente
había sido engañado por la serpiente. Taciano, por otra parte, defendía que el
pecado del primer hombre había sido lo suficientemente grave para producir las
consecuencias sufridas. La caída de Adán sucede a traves de Eva: De una manera similar Satán entró para
seducirla con sus falsas palabras. Maquinando entró a habitar en la serpiente y
aguardó el momento en que vio a Eva sola, y dulcemente la llamó por su nombre.
Cuando se volvió hacia el reptil, vio su imagen en aquella estratagema que el
había preparado al hablarle con persuación. Debido a su débil naturaleza, se
creyó toda la artimaña con que le estaba engañando. Al oir de la serpiente lo
del árbol y lo concerniente a sus frutos, como él la había seducido y
persuadido, al instante echo a correr con presipitación y cortó el fruto del árbol, trasgrediendo el mandamiento sentenciado con la muerte asesina, y comió.
Inmediatamente quedó desnuda. Al ver la fealdad de su desnudez, corrió a
ocultarse debajo de otro árbol, es decir, entre sus ramas y sus hojas. Y tapó
su desnudez con las hojas del árbol. Llamó a Adán, vino junto a ella y le
ofreció de aquel fruto que había comido. También el comió y se quedó desnudo.
Se fabricaron unos ceñidores con hojas de higuera . Estuvieron vestidos con los
ceñidores de la vergüenza durante tres horas. Al declinar el día recibieron la
sentencia. Dios les hizo túnicas de piel que quedaron extendidas sobre el
cuerpo de los padecimientos. Adán entró a las tres en el Paraíso, se deleitó
con los bienes a las tres, estuvieron avergonzados durante tres horas y
salieron del Paraíso a las nueve (IV. 12-V.1).