La angelificación del justo en Jose y Asenet
El primero de estos ejemplos sucede cuando José, al llegar a casa del padre de Asenet es descrito de la siguiente manera: José vestía una exquísita túnica blanca y la toga que le cubría era purpura, hecha de lino entretejido con oro; también llevaba una corona de oro sobre su cabeza y rodeándola doce piedras preciosas las que a su vez tenían doce rayos de oro en la punta. En su mano izquierda llevaba un cetro real, y en su mano derecha una rama de olivo llena de frutos de una gran riqueza de aceite (5,5). Los vestidos reales de José tienen un fuerte contenido sacerdotal tanto de Ex 28 como de 4Q405 23.ii. 2-13; 11Q17. ix. 3-19. También encontramos semejanzas con los vestidos de carácter sacerdotal del ángel Yahoel que conduce a Abraham a las moradas del cielo en el Apocalipsis de Abraham.
Pero hay más en José y Asenet sobre la descripción angelical del protagonista. Cuando éste llega a casa de Asenet, ésta piensa que desde el cielo el sol ha llegado en su carro a esta casa y brilla como la luz sobre la tierra (6,2). Más aún, la mujer le reconoce como el hijo de Dios, porque después de todo, ¿quién entre los hombres de la tierra puede ser tan bello, o de qué vientre de mujer puede nacer aquella luz? (6,4). La descripción de José en términos solares nos recuerda a la del sacerdote en el Qumran (4Q541); mientras que las referencias a la luz nos llevan al lenguaje de 1QSb y a las descripciones del sumo sacerdote como Ángel de la precencia en 4Q 541; por último su caracterización como hijo de Dios a la de la figura escatológica de 4Q246 y a los ángeles de acuerdo a la lectura de Dt 32,7 en 4QDeut frag. 34.
Que los justos se transformen en ángeles se ratifica con la figura de Jacob, el padre de Israel, quien en la obra también aparece en forma angelical. En un momento Asenet le dice a José: Voy a ir a ver a tu padre Israel quien es como un padre para mí y como un dios…Y Asenet lo vio y quedó maravillada de su belleza porque Jacob era extremadamente bello a la vista y su avanzada edad era como la juventud de un hermoso joven, su cabeza era toda blanca como la nieve, su cabellera era tupida y gruesa como la de los etiopes, su barba blanca bajaba hasta el pecho, sus ojos eran como flechas que destellaban rayos luminosos, sus tendones, hombros y brazos eran como los de un ángel, sus muslos, pantorrillas y pies como las de un gigante (22,3-7). Esta descripción es de sumo interés porque en gran parte de la literatura judía de la época la divinisación de una persona se describe a través de la transformación de la misma, cuando su cuerpo adquiere dimensiones sorprendentes. Esto se confirma a través de textos como 4Q427, 1QHa27 , 3Enoc 9,2, Pseudo-Eupolemus 9.17. 2-3; 9.18.2 (descripción de Abraham), Filón Op. Mund 146 (descripción del nacimiento de Noé y de Adán). En José y Asenet la descripción de Jacob coincide no sólo con la de José, sino también con la que se hace del ángel.
La representación de José y Jacob como seres angelicales demuestra hasta qué punto la idea de la transformación o divinisación era importante en el judaísmo del siglo primero. Ya en esta vida el justo puede comenzar a gozar de la transformación que implica el ser hijo de Dios. Para más detalles: Men and Women as Angels in Joseph and Aseneth, George J. Brooke, Journal for the Study of the Pseudepigrapha 2005; 14; 1 ; José y Asenet una historia de justificación, Junkal Guevara Llaguno, BIBLID [0544-408X (2005) 54; 3-26.