Experiencias religiosas y conflictos en el cuarto evangelio (III)
El viaje celestial es una experiencia religiosa que se da en un estado de trance. El trance es un Estado Alterado de Conciencia (EAC) que se presenta como una situación disociada, ya sea de manera total o parcial, en la que los actos y el contenido del pensamiento escapan a la voluntad del sujeto y va acompañada por condiciones hipnóticas en las que se dan visiones extáticas o alucinaciones, cuyo contenido no siempre es del todo claro (Penguin Dictionary of Psychology ).Walsh (Walsh, Roger, “Phenomenological Mapping and Comparisons of Shamanic, Buddhist, Yogic and Schizophrenic Experiencies”, Journal of American Academy of Religion, 4, (1993),LXI, p. 745. ) completa esta definición al señalar que la característica fundamental de estos trances consiste en que la atención está intensamente focalizada, lo que reduce la conciencia respecto a la experiencia del entorno, esto es, de los objetos, los estímulos sensoriales o el ambiente, que se encuentran fuera del centro de atención. El objeto tan intensamente observado puede ser externo o interno. Existiría, además, una relación virtuosa entre lo contemplado por el vidente y las creencias y valores del grupo al que pertenece. J. Pilch lo explica en los siguientes términos: la relación entre las creencias y la visión o el sueño es circular. Lo que el vidente cree es lo que va a ver o soñar y lo visto o soñado es lo que el vidente va a creer (Pilch, J., “The Transfiguration of Jesus” , p. 56). En la antigüedad prácticas como la adivinación , la visita a los oráculos , la magia , los misterios , y muchas otras podían ser experiencias religiosas de trance. Algunas prácticas ayudan a entrar en trance. Es el caso de los ayunos prolongados, la falta de sueño, algunas posturas corporales y ejercicios intensos, el miedo o la tensión, la ingestión o administración de algunos agentes bioquímicos como esencias aromáticas, drogas e inciensos . Estos y otros elementos concurren en la práctica misma del trance, que se produce a veces por medio de la voz de un hipnotizador, al centrarse en la escucha del latido del corazón, con el canturreo de estribillos o cantinelas, la observación de manera prolongada de un objeto que gira, el ritual del médium, el batir reiterado de un tambor o maraca, ciertas danzas etc. Nada tiene de extraño que en todo lugar y tiempo este tipo de prácticas se hayan asociado a procedimientos para alcanzar el trance.
Los viajes celestiales se pueden definir como una experiencia religiosa de trance en la cual un aspecto del ser humano, sea el alma, el espíritu o las capacidades perceptivas, experimenta un viaje o se proyecta a otro lugar, generalmente a un mundo espiritual. Esta vivencia comporta un momento de gran intensidad afectiva y cognitiva de encuentro con lo trascendente en una situación de trance, imágenes visuales y una percepción sensible de los lugares espirituales ya sean los infiernos, el cielo, el paraíso o lugares terrestres lejanos. En esta experiencia los elementos neurobiológicos se coordinan de manera exquísita con los elementos sociales expresados en rituales y valores sociales. Existe una literatura considerable respecto a estas prácticas. En la antigüedad tenemos la liturgia del culto persa a Mitra (PGM 4. 475-829); Plutarco en De la tardanza de la divinidad en castigar 22, D, ; Cicerón en Sobre la República (libro VI, 9s: El sueño de Escipión). La literatura judía, a través de varios generos literarios, y hasta el siglo XIX, también ha dado fe de los viajes celestiales. Los testimonios más tempranos los encontramos en la literatura apocalíptica del período del segundo templo. Textos bíblicos como Isaías 6 y Ezekiel 1 estarían a la base de esta literatura. Textos como el Libro de los vigilantes, el Testamento de Leví, Cánticos del sacrificio sabático, Apocalipsis de Abraham, Testamento de Abraham, Apocalipsis de Sefonías, la literatura de Hejalot muestran hasta qué punto los viajes celestiales eran una temática teológica y práctica importante en el judaísmo del segundo templo y en el judaísmo rabínico. En la temprana literatura cristiana tenemos los casos de 2Cor 12,1-6; Mc 9, 2-10 (con sus paralelos sinópticos Lc 9,28-36 y Mt 17,1-9); Ap 4,1-22,5; la Ascención de Isaías, el Evangelio de Tomás, el Evangelio del Salvador y el Evangelio de María,Libro secreto de Santiago y las Odas de Salomón. En la temprana literatura gnóstica encontramos ejemplos en el Apocalipsis de Pablo (NHC V,2: 17, 19-24,9), Allogenes, Marsenes, Evangelio de Judas, etc. En general hay muchos otros ejemplos que permiten ilustrar la importancia de los viajes celestiales, sólo por nombrar algunos: 2Enoc, 3Baruc, el Apocalipsis de Esdras, el Apocalipsis de la Virgen María, La historia de Zósimo, el Apocalipsis de la Santa Madre de Dios, el Apocalipsis de Santiago, Los misterios de San Juan el Apóstol y de la Santa Virgen, El libro de la Resurrección, el Apocalipsis de Sedrac, la Paráfrasis de Sem, Zostriano, y los Dos libros de Ieu.