El primer apocalipsis en las Hejalot Rabbati

En el tratado de las Hejalot Rabbati encontramos tres apocalipsis de carácter más tradicional. En el primero (&122-126) vemos una revelación de Sasangi´el, el Principe de la presencia, a R. Ismael: “Dijo Rabi Ismael: Sesangi´el, el Príncipe de la presencia, me dijo: Mi amigo, siéntate en mi pecho y te diré todo lo que sucederá con Israel”. Es interesante constatar el ambiente íntimo en el que se produce la revelación. “El me tomó de la mano y me llevó a las habitaciones más interiores, a las piezas más secretas, y a los tesoros. Entonces Él tomó unas tablas, las abrió y me mostró las letras escritas con dolor, cada una distinta a la otra. Yo le dije, “¿Para quién son éstas?”. Él me dijo, “Para Israel”. Yo le dije, “¿Y puede Israel llevarlas?”. El me dijo, “ven mañana y te enseñaré tres dolores diferentes a estos”. Al día siguiente me tomó a las habitaciones más intimas y me mostró dolores aún más amargos que los primeros: Allí estaban los que iban a perecer por la espada, ya destinados por la espada; allí los que iban a perecer de hambre, por el hambre; allí los que serían cautivos, por la cautividad. Yo le dije: “Y es que, su Excelencia, ¿sólo Israel ha pecado?”. Él me dijo, “dolores aún más amargos están reservados para ellos cada día, pero cuando se reúnen en las sinagogas y dicen “Amen. Que el gran nombre sea bendito”, nosotros no permitimos que esos dolores salgan de las habitaciones más intimas (&122).

No es de extrañar que junto a estas predicciones sobre los dolores aparezca una mención al templo de Jerusalén.

“El santo lugar será una ruina,
Y el templo, fuego ardiendo;
Y el lugar del rey, desolación;
Y aquella en quien el rey de regocijaba, será triste como una viuda;
Y las vírgenes y los jóvenes serán mancilladas;
Y los siervos del rey, serán asesinados;
Y el altar puro, mancillado;
Y la mesa delante del Señor, será tomada como botín por el enemigo;
Y Jerusalén será una desolación;
Y la tierra de Israel será temblor
(&123)”.

A continuación aparece una revelación de carácter mesiánico que nos recuerda en algo al Exogogue de Ezekiel el dramaturgo, aunque en este caso el protagonista es David. R. Ismael le pregunta al Ángel sobre la restauración de Israel, lo que culmina con la visión del Rey David en los siguientes términos: “Él me llevó hacia los tesoros de la salvación y a los tesoros de las consolaciones y contemplé la compañía de ángeles que servían, y ellos estaban sentados y tejían vestidos de salvación y hacían coronas de vida y colocaban en ellas piedras preciosas y perlas, y preparaban diversas especias y vinos perfumados para los justos. Y yo observé una corona que era diferente de todas las demás, y el sol y la luna y los doce signos del zodiaco estaban en ella. Y yo le dije: “Excelencia, ¿para quienes son estas coronas?” El me dijo: “Para Israel”. “Y la corona que es distinta, ¿para quién es destinada?” El me dijo: “Para David, el rey de Israel”….En ese momento, todos los ofanim, los serafines, las bestias santas, erarios de nieve y de granizo y las nubes de gloria y los planetas y las estrellas, y los ángeles que sirven y los espíritus fieros del cuarto cielo exclamaron como un tumulto: “Por el jefe de los músicos, un Salmo de David. Los cielos están contando la gloria de Dios”….Y observé cómo todos los reyes de la casa de David le seguían y cada uno tenía una corona sobre su cabeza y la corona de David era la más brillante, distinguiéndose de todas las otras coronas y su esplendor iba de un extremo del mundo al otro (&124-125)….Y cuando David vino se sentó sobre su trono que estaba preparado para él enfrente del trono de su Creador…entonces David se levantó y entonó canciones y alabanzas que nunca nadie había escuchado desde la creación del mundo. Y cuando David comenzó dijo, “¡ El Señor va a reinar para siempre, vuestro Dios, Sión, para todas las generaciones, Aleluya!”Metatrón y todos sus siervos comenzaron a decir: “Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos, toda la tierra está llena de su Gloria” y las bestias alababan diciendo, “Bendito sea la gloria del Señor de lo más alto”, y el firmamento decía, “el Señor va a reinar para siempre”, y toda la tierra decía, “el Señor ha sido el Rey, el Señor es el Rey, el Señor será el Rey, desde y para siempre” (&126). Por supuesto que las similitudes de esta liturgia con la descrita en el Ap 4 -5 son notables.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.