El Jardín del Edén, Jerusalén, y la Vida Eterna
El Jardín del Edén abre y cierra las sagradas escrituras. Como un espejo refleja dos realidades paralelas: el inicio y el final de la historia humana. El por qué y el para qué de la condición humana según la tradición judeo-cristiana. El Génesis y la apocalíptica representan la condición humana ideal, el inicio y su plenitud. En este contexto la inmortalidad es fundamental. El hombre fue creado para la inmortalidad…su salvación definitiva pasa por la trascendencia a la muerte y a todo lo que perece y cambia. En 2Es 2,45 leemos respecto a los que se salvan, aquellos que vuelven a adoptar la condición adamica previa al pecado: Estos son aquellos que se han desvestido de los vestidos mortales y se han vestido de lo inmortal, son aquellos que han confesado el Nombre de Dios. Ahora han sido coronados y han recibido palmas. En la comunidad del Qumrán las imágenes son abundantes. El CD, las Reglas de la Comunidad y varios himnos hacen referencia a la gloria de Adán (aquí y aquí) que espera a los justos que perseveren, esto es la gloria de Adán previa al pecado y que implicaba también la inmortalidad. También hablan de la esperanza de las bendiciones eternas y de la alegría por siempre, en una vida sin fin, una corona de gloria y un vestido de majestad en una luz permanente (1QS 4,7-8). En la AsIs9, 25 se menciona los tronos que esperan en el paraíso a los que se salven. Es importante considerar que en muchos textos la restauración de la vida está asociada con la renovación de edificios como el Templo o de la ciudad de Jerusalén. En Jubileos el Edén está asociado con Jerusalén, el monte Sinaí y el Sion (4,26). En el TestDan la conexión entre el Edén y Jerusalén es aún más explícito: Y los santos van a descansar en el Edén, y en la Nueva Jerusalén los justos se regocijarán (5,12). En el 4es 2,10-14 leemos: Decidle a mi pueblo que Yo les daré el reino de Jerusalén….el árbol de la vida les dará un perfume fragante, y ellos no se esforzarán más ni llegarán a estar cansados. Sea que este Edén-Jerusalén acontezca en la tierra renovada (por ejem: 1Enoc 45,5) o en el cielo (por ejem: 1Enoc 29,3), el punto pasa por reconstruir el estado primigenio del hombre. Para más detalles: Peter Thacher Lanfer, Remembering Eden, p. 97-105.