El Hijo en el Tratado Tripartito
Hace algunas entradas veíamos las similitudes de la idea del Dios Padre entre el Apócrifo
de Juan y el Tratado Tripartito (ver: El Dios Padre en el Gnosticismo Valentiniano ). La teología negativa es la perspectiva común entre estos paradigmáticos
tratados del gnosticismo setiano y valentiniano. Además de la teología negativa, como en todo
gnosticismo, se entiende que desde la divinidad van emergiendo una serie de
eones, en parejas, que van perdiendo perfección a la medida que se van alejando
de la fuente primera. Sin embargo, las diferencias se apuntan de inmediato. En
el Apócrifo de Juan la naturaleza
fontanal de Dios hace que este se refleje en sus aguas y luz, emanando a
Barbelo. En P4 leemos: Este Barbelo es la
Sofía superior, la imagen de la luz del Padre, figura del Invisible, Potencia
perfecta, perfecto Eón de Gloria. En el Tratado
Tripartito, la primera emanación del Padre tiene claras reminiscencias
cristianas. No se habla de Barbelo sino del
Hijo. El Hijo es generado por el Padre como su Pensamiento auto-reflectivo. Existe también una clara
jerarquía entre el Padre y el Hijo, además de obviarse la explicación del cómo
se generó al segundo: “Porque al igual
que el Padre es en el sentido propio aquel antes del cual no existe ningún otro
y aquel después del cual no existe ningún otro inengendrado, así también el
Hijo es en el sentido propio, aquel antes del cual no existe otro, y después
del cual no existe otro hijo… primogénito, porque ninguno existe antes que él,
hijo único, porque ninguno existe después de él” (57,10-30). El Padre
descansa sobre el Hijo, y la relación entre ellos generará a la tercera persona
de esta concepción trinitaria gnóstica.
de Juan y el Tratado Tripartito (ver: El Dios Padre en el Gnosticismo Valentiniano ). La teología negativa es la perspectiva común entre estos paradigmáticos
tratados del gnosticismo setiano y valentiniano. Además de la teología negativa, como en todo
gnosticismo, se entiende que desde la divinidad van emergiendo una serie de
eones, en parejas, que van perdiendo perfección a la medida que se van alejando
de la fuente primera. Sin embargo, las diferencias se apuntan de inmediato. En
el Apócrifo de Juan la naturaleza
fontanal de Dios hace que este se refleje en sus aguas y luz, emanando a
Barbelo. En P4 leemos: Este Barbelo es la
Sofía superior, la imagen de la luz del Padre, figura del Invisible, Potencia
perfecta, perfecto Eón de Gloria. En el Tratado
Tripartito, la primera emanación del Padre tiene claras reminiscencias
cristianas. No se habla de Barbelo sino del
Hijo. El Hijo es generado por el Padre como su Pensamiento auto-reflectivo. Existe también una clara
jerarquía entre el Padre y el Hijo, además de obviarse la explicación del cómo
se generó al segundo: “Porque al igual
que el Padre es en el sentido propio aquel antes del cual no existe ningún otro
y aquel después del cual no existe ningún otro inengendrado, así también el
Hijo es en el sentido propio, aquel antes del cual no existe otro, y después
del cual no existe otro hijo… primogénito, porque ninguno existe antes que él,
hijo único, porque ninguno existe después de él” (57,10-30). El Padre
descansa sobre el Hijo, y la relación entre ellos generará a la tercera persona
de esta concepción trinitaria gnóstica.