El Evangelio de Felipe, el Templo de Jerusalén y el bautismo
En las escuelas valentinianas se
distinguían dos tipos de bautismos. Uno, para los físicos, consistía en el bautismo cristiano normal para la remisión
de los pecados. En el Excerpta ex Theodoto (76-86) leemos que
este bautismo es un sello realizado en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo que le da al cristiano poder sobre el pecado, le permite nacer
de nuevo, controlar los espíritus malos,
y entrar a la boda escatológica al final de los tiempos. El otro bautismo, para los espirituales, consistía no sólo en la
remisión de los pecados sino que también en un acercamiento más intenso con la
divinidad. En el Excerpta ex Theodoto (76-86)
leemos que no es sólo el lavado lo que
nos hace libres, sino que también el conocimiento de quienes éramos, de lo que
hemos llegado a ser, de dónde hemos venido, a qué lugar hemos sido
arrojados…que es nacer, y que es renacer. En algunos dichos del Evangelio de Felipe esta nueva identidad
que se adquiere a través del bautismo se relaciona con la adquisición de los
vestidos o el cuerpo luminoso ,75, 21-24: Sin luz nadie podrá contemplarse a sí mismo, ni en una superficie de agua ni en un espejo; pero si no tienes agua o espejo —aun teniendo luz—, tampoco podrás contemplarte. Por ello es preciso bautizarse con dos cosas: con la luz y con el agua. Ahora bien, la luz es la unción. 76, 25-30: Tres eran los lugares en que se hacían ofrendas en Jerusalén: uno que se abría hacia el Poniente, llamado el «Santo»; otro abierto hacia el Mediodía, llamado el «Santo del Santo», y el tercero abierto hacia el Oriente, llamado el «Santo de los Santos», donde sólo podía entrar el Sumo Sacerdote . El bautismo es el «Santo», [la redención] es el «Santo del Santo», mientras que la cámara nupcial es el «[Santo] de los Santos». [El bautismo] trae consigo la resurrección [y la] redención, mientras que ésta se realiza en la cámara nupcial. Mas la cámara nupcial se encuentra en la cúspide [de …]. Tú no serás capaz de encontrar […] aquellos que hacen oración […] Jerusalén […] Jerusalén […]. Jerusalén […] llamada «Santo de los Santos» […] el velo […] la cámara nupcial, sino la imagen […]. Su velo se rasgó de arriba abajo, pues era preciso que algunos subieran de abajo arriba .En este rito de
iniciación se incluiría, además del bautismo, la crismación y la eucaristía. A
través de la crismación el bautismo
sería reforzado a través de la unción con aceite de oliva (73,17-18) y que
proveería de inmortalidad. En estos dos ritos, bautismo y crismación, la
purificación o transformación del sujeto ocurre visiblemente a través del agua
y de manera invisible a través del fuego y la luz (57, 22-28). La necesidad de la crismación se explica porque puede suceder que el sujeto emerja del
agua bautismal sin haber recibido el Espíritu Santo (64, 22-31)Si alguien —después de bajar a las aguas— sale de ellas sin haber recibido nada y dice «soy cristiano», este nombre lo ha recibido (sólo) en préstamo. Mas si recibe al Espíritu Santo, queda en posesión de (dicho) nombre a título de donación. A quien ha recibido un regalo nadie se lo quita, pero a quien se le da un préstamo, se le reclama.. El agua y el
aceite (luz y fuego) proveen al sujeto de la resurrección (69,25-26).
Esta manera de entender el bautismo
y la crismación nos recuerda la unción del sumo sacerdote y rey en el templo de
Jerusalén. Nos remite a 2Sam 7 o al Salm 110. De hecho, de acuerdo al Ev.Fel.
69,14-70,4, el bautismo incluye la resurrección y la redención de la misma
manera que el templo de Jerusalén incluía en una serie de espacios superpuestos
uno dentro de otros, confluyendo al santo de los santos. Así por ejemplo, la
resurrección supone el bautismo y la crismación, de la misma manera que implica
la existencia de un cuerpo espiritual que es proveido por la eucaristía (56, 26-57,22; 75, 14-24). Los ritos en el Ev.Fel también confluyen a la cámara nupcial donde el sujeto
transformado se unirá de manera definitiva con su contraparte angelical al modo
como la Sofía caída se reunirá con el Salvador constituyendo la redención y
reunificación del pleroma. Esta
redención final se expresa a través del mito de la unidad. Así leemos en Ev.Fel
61,20-35: ….Para más detalles: J. D. Turner, “Ritual in Gnosticism” ,
p.97-101.