El Beso de Dios: el pecado de Moisés

En la primera parte del midrás estudiamos cómo la muerte es inherente a todo ser humano. Moisés trata de escapar de ella aludiendo a que él, a diferencia de Adán, nunca pecó. En un momento le pregunta a Dios: ¿Por qué, Señor del universo, tanta ira contra mí? Le respondió: Por cuanto no me habéis santidificado [en medio de los hijos de Israel] (Dt 32,51). Ahora bien, este no es el único pecado que equipara a Moisés con Adán. El Santo, bendito sea, dijo: «Moisés, seis pecados tienes en tu mano, y a ti ni uno solo te he echado en cara. La primera vez me dijiste: Envía tu mensaje por quien quieras enviarlo (Ex 4,13); la segunda vez: Dede que me presenté al 

Faraón para hablarle en tu nombre, él maltrata a este pueblo, y Tú no has librado a tu pueblo en modo alguno (Ex 5,23); la tercera: Yhwh no me enviado (Nm 16,29); la cuarta: Si Yhwh hace una criatura… (Nm 16,30); la quinta: Escuchad, rebeldes, [¿es que nosostros podremos sacaros agua de esta roca?] (Nm 20,10); la sexta: Y he aquí que surgís en lugar de vuestros padres, ralea de hombres pecadores, [para acrecentar más el furor de la cólera de Yhwh contra Israel (Nm 32, 14). Moisés ha pecado como todos los hombres. No hay manera de escapar de la muerte. (6)¿A qué se parece esto? A un sabio que era el preceptor del hijo del rey y los cortesanos todos le respetaban, y no 

 

solo los cortesanos sino todo el mundo le tenía respeto y hacían su voluntad porque se trataba del preceptor del hijo del rey. Al cabo de poco tiempo murió el hijo del rey; y cuando éste murió, su preceptor perdió todas las atenciones que le tributaban los cortesanos. Entonces comenzó a suplicar en todas las puertas. Mientras el hijo del rey vivió, todo estuvo a disposición del sabio; mas cuando murió, todo lo perdió. Entonces se interpreta esta parábola: Todo el tiempo que Moisés estuvo con vida, todo estaba en su poder; cuando llegó el tiempo de su muerte, se volvió a quien pidiera misericordia por él- dirás: por súplicas habla el pobre (Prov 18,23), y está escrito: Todo tiene su tiempo y su momento cada cosa bajo el cielo (Qoh 3,1). Moisés tuvo un tiempo para bajar a Egipto, emprender la liberación y liberar a Israel, como está dicho: También el hombre Moisés era muy grande en el país de Egipto (Ex 11,3), y tuvo un tiempo para interponer la súplica, como está dicho: Entonces supliqué a Yhwh (Dt 3,23) diciendo: Yhwh es Yhwh, Dios [clemente y misericordioso] (Ex 34,6). Somos mortales, pero la muerte se actualiza a través del pecado. El ciclo de la vida es bajar a Egipto, que representa el mundo material, de los sentidos, de la esclavitud, y subimos a Israel donde las promesas de Dios se realizan. En todo este caminar estamos amparados por la clemencia y la justicia de Dios…pero de la muerte, nadie nos salva.  

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.