De la Trascendencia de Dios y el Logos en Filón

Para Filón de Alejandría Dios está más allá de todo lo que se puede describir, está más alla de este mundo. Concibir a Dios en términos humanos es «crearlo» a nuestra propia imagen, y es que nosotros no podemos «trascender» la manera propia que tenemos de pensar. No podemos proyectar nuestra forma de pensar y sentir el mundo, limitado como es a las pasiones, a una idea determinada de Dios. ¿Cómo puede Dios enojarse? ¿O sentir pena? ¿Cómo Dios podría cambiar su manera de pensar? Y es que como dice Nm 23,19: «Dios no es como el hombre». Lo propio de Dios no sería, al modo apocaliptico, el «honor», la «gloria» o lo «incorruptible», sino más bien su ser «Simple». Como bien lo explicita Ex 3,14 (LXX) cuando Dios habla de sí mismo: «Yo soy el que soy». Ocupando otra terminología, Filón dirá que Dios «es el Uno y el Todo», «no originado e incorruptible»; «incorporeo», «sobre todas sus potencias» (All. 1. 44; 1,51). Esta visión de Dios, en el contexto del judaísmo del siglo I, es realmente revolucionaria. Necesitamos, entonces, un intermediario que hace contacto entre el mundo sensible o material, incluso el humano, y el divino, esto es, el Logos. El Logos cumple varias funciones: en primer lugar Dios creo el «mundo inteligible» a partir del cual crearía más tarde el «sensible» o «material». Este «mundo inteligible» está contenido en el Logos divino: «Así, pues, como la ciudad concebida previamente en el espíritu del arquitecto no ocupa lugar alguno fuera de él, sino se halla impresa en el alma del artífice, de la misma manera el mundo de las formas ejemplares no puede existir en otro lugar alguno que no sea el logos Divino, que las forjó con ordenado plan. Porque, ¿qué otro lugar habría apto para recibir y contener en su pureza o integridad, no digo todas, pero ni siquiera una sola cualquiera de ellas, aparte de Sus potencias?» (Opif. 20). Ahora bien, lo importante para nosotros es constatar que si bien, no puede ser concebido por la mente humana, su Logos sí puede ser percibido por los hombres. Aprehender a Dios, para Filón, será aprehender su Logos. En ese sentido, Abraham no percibió a Dios — «¿puede la mente humana contener la infinitud de tal visión?»—, sio que por el contrario, el patriarca encontró «la manifestación de una de las potencias que lo atendió», esto es, «Su imagen, el más santo Logos» (All 3.100). Filón entiende a la divinidad como una emanación de poderes, siendo el primero y más cercano a Dios, el Logos. Es el Logos el que nos permite acercarnos a Dios, reconocerlo en la creación  y en su legislación. El Logos «habita y camina entre aquellos que honran la vida del alma» (Fug. 101; All. 2.86). Para más detalles: M. R. Niehoff, Philo of Alexandria, An Intellectual Biography, (Yale University Press, New Haven, 2018) 209-222.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.