Cuerpo de Dios (III)…los cuerpos divinos de Metatrón y Jesús
En la temprana mística judía, las especulaciones y experiencias sobre la corporalidad de Dios pronto se extendieron a su vice-regente en el cielo (el principal de los ángeles), Enoc-Metatrón, cuyo cuerpo era tan grandioso como el de Dios. En 3 Enoc 9 vemos cómo el cuerpo de Enoc, el justo del A.T. , se transforma cuando asciende a los cielos hasta llegar a cubrir todo lo ancho y profundo del mundo: Fui engrandecido en todo lo ancho y lo alto hasta cubrir el mundo entero. Me hizó crecer en mí 72 alas, 36 en cada lado, y cada una de estas alas cubria el mundo entero. Las características corporales de Metatrón nos recuerdan la gloria divina que también cubre todo el mundo. También nos recuerdan a Adán, quien antes de la caída también cubría el mundo entero (Sanh. 38b). A pesar de esta semejanza la Siur Qoma nunca iguala a Metatrón con Dios, así el tamaño de éste es como el dedo pequeño de Dios , es decir la dimensión del universo entero. A pesar de las diferencias, las similitudes en la manera de describir la corporalidad de ambos son tan notables como las funciones divinas que ejerce Metatrón como siervo del rostro divino, como mediador, o como sar happanim. Más aún, Metatrón se sienta en el trono de Gloria, irradía de su cuerpo un esplendor igual al del Trono divino, y su trono está en la entrada del séptimo palacio (en lo más sublime del cielo). Así, 3 Enoc reproduce a Metatrón casí como una segunda divinidad cuya corporalidad es análoga a la de Dios: Yo aumenté su estatura hasta 70 mil parasangos, sobre toda altura entre quienes son altos de estatura. Yo engrandecí su trono con la majestad del mio. Yo exalté su honor con la gloria de mi honor. Yo cambié su carne a antorchas abrazadoras, y todos los huesos de su cuerpo a carbones de luz. Yo hice de la apariencia de sus ojos, una de luz que no se apagan. Yo hice que su rostro brillará como la brillante luz del sol.
Varias indicaciones apuntan a que alguna experiencia o especulación similar puede estar detrás de la experiencia del Jesús resucitado. Ya a inicios del siglo II en el Evangelio de Pedro se nos cuenta las increíbles dimensiones corporales de Jesús resucitado y de los ángeles que le acompañan: vieron salir de la tumba a tres hombres, y a dos de ellos sostener a uno, y a una cruz seguirlos. 6. Y la cabeza de los sostenedores llegaba hasta el cielo, mas la cabeza de aquel que conducían pasaba más allá de todos los cielos (10,5-6). De acuerdo al autor de Col 2,9 el cuerpo resucitado del Señor, animado por el Espíritu Santo, ha llegado a ser el primer fruto de la nueva creación, porque en él descansa la plenitud del cuerpo divino. El mismo Pablo habla en muchas ocasiones de Jesús como el nuevo Adán (1Cor 15,21-28. 45. 54-56; 2Cor 4,4-6; Fil 2,6-10) y de las iglesias como el cuerpo de Cristo(Rm 12,4-5; 1Cor 12,4-14). Es difícil determinar hasta que punto Pablo puede ser heredero de algunas de las tradiciones vistas o de sus orígenes en el caso de las más tardías. Sin embargo considero que hay aquí pistas para pensar que detrás de las ideas eclesiológicas y cristológicas de Pablo hay una experiencia visionaria relacionada con la corporalidad del resucitado.
Esta idea de la increíble corporalidad del resucitado y de la participación de los fieles en ésta no nos debería sorprender. En la Iglesia Católica existe una antigua tradición de carácter especulativo y visionaria en relación al cuerpo místico de Cristo del cual los creyentes , vivos o muertos, participan. Quizás es desde la mística judía que estas ideas comenzaron a gestarse.