Cristo como el Justo (Hab 2,4)
En una entrada anterior veíamos la importancia del título «dikaios» en el relato de la pasión en Lc. La verdad es que este título cristológico es bastante más importante y extendido en la primera reflexión cristológica de los primeros cristianos. El texto veterotestamentario que está detrás y que se lee al modo de profecía es Hab 2,4: «He aquí el orgulloso: en él, su alma no es recta, mas el justo ( צַדִּ֖יק) (δίκαιος) por su fe vivirá». Que la referencia al «Justo» se refiera a un título se infiere ya desde 1Enoc 38:
«1 Primera Parábola.- Cuando aparezca la asamblea de los justos y los pecadores sean juzgados por sus pecados y expulsados de la superficie de la tierra.
2 cuando el Justo se manifieste a los ojos de los justos, de los elegidos cuyas obras dependen del señor de los espíritus; cuando la luz brille para los justos y para los elegidos que habitan sobre la tierra…
3 Cuando los misterios del Justo sean manifiestos y los pecadores juzgados y expulsados de la presencia del justo y los elegidos».
El Justo es llamado en el 1Enoc 46,3 como «el Hijo del Hombre, que posee la justicia y con quien vive la justicia». Pero donde está más presente el Justo es en el libro de las Similitudes (1Enoc 37-71). Pero más allá de la literatura enóquica, también lo encontramos en la literatura canónica, como es el caso de Hch donde se menciona a Jesús como el Justo: «El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo (τὸν παῖδα) Jesús, al que vosotros entregasteis y repudiasteis en presencia de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. Mas vosotros repudiasteis al Santo y Justo (δίκαιον), y pedisteis que se os concediera un asesino, y disteis muerte al Autor de la vida, al que Dios resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos» (Hch 3,13-15). Este texto es interesante porque relaciona al justo con el siervo de Is 52,13-53,12. Como sea, Jesús es el Justo que ha sufrido una muerte injusta pero que ahora ha sido reinvindicado por Dios quien lo resucitó entre los muertos y sentado a la derecha hasta el tiempo de la restauración escatológica (Hch 3,21). En el discurso del protomártir Esteban encontramos otra alusión al Justo: «Vosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que antes habían anunciado la venida del Justo (τῆς ἐλεύσεως τοῦ δικαίου), del cual ahora vosotros os hicisteis entregadores y asesinos; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y sin embargo no la guardasteis» (Hch 7,51-53). El mismo Esteban (Hch 7,55-56) identifica al Justo con el «el Hijo del hombre que esta a la derecha de Dios» [Dn 7,13-14; Sal 110,1]. En otras palabras, es bien plausible que los primeros cristianos interpretasen Hab 2,3-4 como una profesía mesianica. Esta sería la clave para leer y entender la alusión que hace San Pablo de Hab 2,3-4 en Gal 3,11: «Y que nadie es justificado ante Dios por la ley es evidente, porque EL JUSTO VIVIRÁ POR LA FE. (Gal 3:11 LBA)». En Hch, Lucas pone en boca de Pablo el mismo título mesianico para referirse a Jesús: «»El Dios de nuestros padres te ha designado para que conozcas su voluntad, y para que veas al Justo (ἰδεῖν τὸν δίκαιον) y oigas palabra de su boca.Porque testigo suyo serás a todos los hombres de lo que has visto y oído» (Hch 22, 14-15).
Pero más allá de Lc-Hch y Pablo, el Justo como título Cristológico aparece también en 1Pe 3,18: «Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo ( δίκαιος) por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu» [Is 53, 10b-12 LXX]. Al igual que el texto del 1Enoc analizado árrib y el Sal 110, también Pe hace alusión a la vindicación y exaltación del Justo: «quien está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo después de que le habían sido sometidos ángeles, autoridades y potestades» (1Pe 3,22). En Stgo 5,6: «Habéis condenado y dado muerte al justo (τὸν δίκαιον); él no os hace resistencia». 1Jn 2,1b: «Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo (Ιησοῦν Χριστὸν δίκαιον)». Es importante constatar la originalidad cristiana que vincula la profesía mesianica de Hab 2,4 con el sufrimiento del justo de Is 53 y tal vez de Sab 2. Se trata de defender la muerte inocente de Jesús y la culpabilidad de quienes lo condenaron; de su muerte vicaria por nuestros pecados (1Pe y 1Jn); su muerte como paradigma de su obediencia tal como señala 1Pe y Heb y tal vez Stgo.