Alianza: Introducción, metahistoria, hesed y emet
La Alianza (Berit) es un término que se puede usar para referirse a tratados internacionales como en Jos 9,6 o 1Re 15,19; a las alianzas entre clanes, como en Gn 14,13; o a acuerdos personales, como en Gn 31,44; acuerdos nacionales, como en Jr 34,8-10; y a acuerdo de lealtad como en 1Sam 20, 14-17, incluido matrimonios (Mal 2,14). En todos estos casos una alianza (berit) es una relación elegida, en contraposición de una natural, que implica obligaciones bajo juramento. En el medio oriente las alianzas de por sí eran importantes, especialmente las de dos tipos, el tratado de tipo protección-vasallo que exigía la obediencia de los grupos o estados vasallos so pena de sanciones divinas; y las cartas constitutivas reales o conseciones de tierra donde, como dice el nombre, se otorgaba una posición privilegiada como el ser rey o sacerdote, o una propiedad, por parte de un representante de Dios o un rey a cambio de fidelidad u otros favores aun grupo, familia, o pueblo. El libro del Dt, con todas sus particularidades de contenido, es idéntico a los tratados internacionales del oriente medio, especialmente los de tipo protección y vasallaje de los hititas del segundo milenio a.c. Esto no quita que no tenga elementos propios de las cartas reales constitutivas, así se constituye en una alianza que guardando el género literario es muy original. Gn 21, 22-34 nos provee de un buen ejemplo de lo que significa una alianza en la cultura de medio oriente. En este vemos al rey de Gerar, una ciudad al sur de Canaán, que hace una alianza con Abraham. Esta alianza no significa necesariamente el comienzo de una relación. Más bien puede significar la formalización y la intensificación de una relación previa a través de lazos legales entre las partes. Existe un lenguaje convencional y estandarizado para iniciar estas alianzas o tratados. Generalmente al iniciar un tratado se habla de karat berit, hacer una alianza: Entonces Abrahán tomó ovejas y vacas, se las dio a Abimelec y los dos hicieron una alianza.(Gn 21,27.32). La expresión, heqim berit, establecer una alianza, se refiere al cumplimiento de la misma o a la intención de mantener las obligaciones o promesas establecidas (674- 689). El estatuto legal y formal que adquiere la relación se sella a través de una ceremonia formal y pública, como puede ser generalmente el ofrecimiento y sacrificios de animales, al mismo tiempo que se hacen promesas o juramentos delante de testigos.Estos juramentos o promesas implican, como contrapartida, maldiciones a la parte que incumple las obligaciones. Como éste, hay otros muchos ejemplos bíblicos de este tipo de alianza: entre Josue y los Gibonitas (Jos 9), entre los hombres de Jabesh Gilead y Nahash el amonita (1Sm 11,1-3), las dos alianzas entre David y Jonatan (1Sm 18,3; 23,18), entre David y Abner (2Sm 3,12-21), entre David e Israel (2Sm 3,21; 5,1-3), entre Ahab de Israel y Ben Hadad de Siria (1Re 20,31-34). Ahora bien, hay distintas alianza entre Dios y el pueblo en la biblia, y no todos los estudiosos están de acuerdo en delimitar su número y sus características: la alianza con la creación (Gn 1-3), la alianza con Noé (Gn 6-9), la alianza con Abraham (Gn 12.15.17), la alianza del Sinaí (Ex 19, 3b-8. 20-24), la alianza con David (2Sm 7; Salm 89), la nueva alianza (Jr 31-34; Ez 33, 29-39, 29). Lo que tenemos que considerar también es que las alianzas se enmarcan en un esbozo de una historia que es mucho más grande y que les dota de sentido. Esta historia parte del supuesto que existe un solo Dios y que Éste ha creado todo. Dios es el centro del universo, y los hombres sólo encuentran sus sentidos tanto en cuanto tienen una relación correcta con Dios. El quiebre con Dios se produce, de acuerdo a esta historia, de una manera muy temprana, con la desobediencia de los primeros hombres, y desde entonces sobreviene el caos y la maldad. En esta dinámica hay atisbos de un nuevo comienzo, es el caso de la historia de Noé, y más tarde, de Abraham, y finalmente en el Sinaí. Sin embargo, una y otra vez, el hombre termina arruinando la historia. Y esto es especialmente cierto con la desobediencia de Israel que desdibuja su misión fundamental, ser luz para el mundo, que significa relacionarse apropiadamente con Dios. Israel no guarda la alianza sinaítica. Aquellos que debieron ser bendecidos por la obediencia, terminan siendo maldecidos por la desobediencia. Toda está dinámica configura una meta-historia, un sólo libro, que explica las diferentes alianzas y cómo los distintas facciones responden con o sin fidelidad (hesed) y amor (´emet). Esto se ilustra desde Dios en el Salm 117, 1-2: Alaben al Señor, todas las naciones, aclámenlo, todos los pueblos. Pues grande es su amor con nosotros, la fidelidad del Señor es eterna. ¡Aleluya! Dios exige al pueblo la misma fidelidad y amor que Él tiene por su alianza. Para más detalles: Kigdom through Covenant, p. 588-644. 674-689.