He estado leyendo este interesante artículo de A. Segal. Este autor ha sido para mi una verdadera fuente de inspiración, y lo he citado mucho en mi tesis.
El cristianismo primitivo entendió la resurrección de Jesús como su transformación en una figura de origen divino, el Hijo del Hombre, tal como estaba descrito en Dn 7,9-13, teniendo como trasfondo su entronización descrita en los Salmo 110,1 y 80 entre otros (2;16;52). Por otra parte, el argumento de Pedro en Hch 2,32 dice que cualquiera que invoque el nombre del Señor será salvo. Esta es una cita de Joel que supone la identificación de Jesús con el Señor. A través de la identificación de Jesús con el Cristo se le ubica como segunda figura en el cielo, donde es entronizado como Hijo del Hombre, siguiendo a Dn 7,9-13 y el Sal 110.
Ahora bien, este entendimiento de Jesús como una segunda divinidad no es original en el pensamiento judío. Ya en Ex 23,20-21 Dios pone su nombre YHWH o Señor en uno de sus ángeles. Filón de Alejandría, por su parte, habla, en algunas ocasiones, del Logos como un segundo dios. La idea de un segundo dios está presente en parte importante de la literatura del tiempo. Los samaritanos, por ejemplo, conectan Ex 15,3 y 20,2 dando fuerza a la herejía de los dos poderes en el cielo. Ex 15,3 viene de la Canción de Miriam cuando estaban en el mar: ¡El Señor es un guerrero! El Señor es su nombre. En Ex 20,2, el primero de los diez mandamientos, se dice: Yo soy el Señor tu Dios, lo que apunta a Dios como un anciano. ¿Cómo es posible que Dios se presente como anciano y joven guerrero al mismo tiempo? ¿No se estará hablando de dos dioses? A pesar que no hay testimonios sobre la utilización de estos textos en el tiempo de Jesús, este tipo de argumentación, dice A. Segal, bien pudo haber estado presente. De hecho, los samaritanos los utilizaron de manera frecuente para hablar del Señor como el ángel Kaval, quien es el principal ángel mediador para ellos.
Pablo en 1Cor 8,5-6 reconoce la existencias de
varios señores y dioses en los cielos, pero un solo Dios del cual han procedido todas las cosas y para quien nosotros existimos, y un solo Señor, por medio del cual han sido creadas todas las cosas, y para quien nosotros también existimos. Si bien Pablo no usa Dn 7, 9-13, ni se refiere a Jesús como el Hijo del Hombre, sí lo menciona con frecuencia como el
Señor, reconociendo su divinidad. De especial interés son los textos de Rm 1,2-4 y Flp 2, los cuales, a pesar de no aludir al Salmo 110, sí apuntan a la divinidad de Jesús. En Flp 2 el título Señor aplicado a Jesús tiene reminiscencias de Is 45,23 donde se refiere a Dios mismo. La figura del mediador tiene una larga data en el A.T. ,en la literatura apócrifa y en la mercabá. En Ex 23,21 es mencionado un ángel con forma humana y que representa el nombre de Dios. En Ezq 1, Dn 7 y Ex 24, se nos presenta una figura humana en el trono divino como mediador entre los hombres y Dios y portando el nombre de Dios (YHWH). Otras tradiciones judías hablan de la imagen de Dios en términos
adámicos, especialmente refiriéndose a la
gloria y a la espléndida forma humana que era esa semejanza (Gn 1,26) que perdió una vez que pecó. Algo de ello está detrás de la enigmática figura del
Hijo del Hombre de Dn 7,13 quien es elegido por Dios para administrar su justicia y destruir al mal. Esta figura alude también a su relación angelical en cuanto a que quienes son justos, aparentemente la elite del grupo apocalíptico representados por el Hijo del Hombre, brillarán como las estrellas en el cielo en el día de la resurrección (Dn 12,2), es decir, serán transformados en ángeles. La naturaleza angelical del mediador es explicitada en otros ejemplos, como el de
Yahoel en el
Apocalipsis de Abraham, quien es el portador del nombre de Dios y es descrito como ein en quien el nombre de Dios habita en clara interpretación de Ex 23. Otras figuras angelicales son Melkizedek, Metatrón, Eremiel y de forma preeminente, como vimos, el Hijo del Hombre. El primero aparece en 11QMelk como el Elohim del Salmo 82,1; el segundo se le menciona como el dios menor y está sentado en un Trono como el de Dios (3Enoc 10,1); el tercero aparece en el
Apocalipsis de Zefanías 6,1-15 donde se le confunde con Dios. En la
Ascensión de Isaías 7,2-4 aparece un ángel cuyo nombre, como el de Dios, no puede pronunciarse en voz alta. Más interesante aún son las referencias a los héroes veterotestamentarios que una vez que ascienden a los cielos son transformados en ángeles. En el
Testamento de Abraham 11 (Recensión A) el patriarca contempla a Adán adornado de gloria sobre un Trono de oro en lo más alto de los cielos. Más adelante, en los capítulos 12-13, Abel es igualmente glorificado por ser el
primer mártir. Moisés es descrito por Filón como divino basándose en Ex 4,16 y 7,1 y sugiriendo en la
Vida de Moisés y en
Preguntas y respuestas sobre el Éxodo, que una vez que éste subió a los cielos a buscar las tablas de la Ley se transformó en una naturaleza divina a través de la visión de Dios; Sirac 45,1-5 compara a éste con Dios diciendo que es equivalente en Gloria con el Santo; en el
Testamento de Moisés éste es descrito como mediador o arbitro de la Alianza (1,14) y en 11,16-19 es celebrado como
el espíritu sagrado, la fuerza de Dios…el Señor de la palabra…el profeta divino del mundo….el más perfecto maestro en el mundo, el intercesor y gran mensajero; en
Ezekiel el dramaturgo se nos dice que cuando Moisés subió a los cielos contempló el Trono de Dios y a una figura, llamada el hombre venerable(phos: hombre y luz), sentada en él. Pero es más, en la misma obra, el hombre venerable le pide a Moisés sentarse en el Trono para que, junto con coronarle, pase revista a las estrellas, esto es a los ángeles. Además de Moisés, el otro héroe por antonomasia que sufre una transformación cuando sube a los cielos es Enoc. En el 1Enoc 14 el héroe es llevado a los cielos para interceder por los ángeles caídos; en 1Enoc 90, 37-38 se menciona que cada creyente, representados por las ovejas que han sufrido la persecución de los malvados, puede ser transformado:
Vi que un toro blanco nació y sus cuernos eran grandes y todas las bestias del campo y todas las aves del cielo le temían y le suplicaban a toda hora.38 Vi cuando fueron cambiadas todas sus especies y todos se convirtieron en toros blancos y el primero entre ellos se transformó en un cordero que llegó a ser un gran búfalo que tenía sobre su cabeza dos cuernos negros y el Señor de las ovejas se regocijó sobre él y sobre todos los toros (Ap 4-5; otro paralelo importante lo encontramos en 4QMa). En las
Similitudes Enoc tiene una visión del Elegido o el Mesías, que precidirá el juicio y que no es otro sino él mismo al final de sus días cuando sea ascendido, entronizado y transformado en el Hijo del Hombre (37.70-71).
Todo esto nos lleva a concluir que la figura de un segundo dios o intermediario no era ajena a ciertos círculos judíos en el tiempo de Jesús. Es más, muchas veces, este mediador no era sino un héroe bíblico transformado en ángel. Por lo tanto, el temprano conflicto judío entre la secta de los cristianos y los fariseos no es tanto una cuestión de reconocer un segundo dios, cuanto el ofrecerle el culto. Ahí radica la verdadera originalidad cristiana. Para más detalles: Alan Segal, Some Observations about Paul and Intermediaries