4 Ezra y esa pregunta que sobrecoge…
Quizás dos han sido los acontecimientos en la historia de Israel que más han marcado a este pueblo…El holocausto del siglo XX y la destrucción del Templo de Jerusalén en la primera revuelta judía (66-70). Los resultado de este último fueron catastróficos para el judaísmo en formación:El Templo y gran parte de la ciudad de Jerusalén, lo más preciado de la identidad judía, yacía en ruinas; miles de judíos murieron en la revuelta, y otros miles fueron vendidos como esclavos (Josefo, Bell. 6.424-20); la desaparición del Sanedrín como centro de poder político y civil; la extensión del impuesto al Templo cuyos fondos irían ahora a las arcas romanas (Josefo, Bell. 8.218; Dio. 66.7.2).
Entre las respuestas que se dieron para explicar tamaño desastre encontramos un libro que siempre me ha sobrecogido, el Cuarto libro de Ezra (4Ezra). Este no es parte de nuestras sagradas escrituras, pero si toda experiencia auténtica y honesta de Dios es sagrada, entonces este libro tiene mucho de Dios. Este es un libro de carácter apocalíptico (ya tendremos ocación de hablar del género apocalíptico). En 3, 31-32 el autor pregunta a Dios con extraordinaria crudeza
…»¿Son acaso las acciones de Babilonia mejores que las cometidas por Zion? ¿Es que acaso alguna otra nación te ha conocido a exepción de Israel? ¿Cuáles otras tribus han creído en tus alianzas como estas tribus de Jacob?».
Por supuesto que cuando el autor menciona a Babilonia está pensando en Roma (es un escrito pseudográfico), aquella superpotencia que ha puesto en entredicho la fidelidad del Dios de Israel o de su pueblo, sus tradiciones, y todo lo más preciado…La pregunta sigue latiendo fuerte, desgarradora, en medio de todos aquellos que sufren atropellos e injusticias…muchas veces también desde nosotros mismo emerge ese clamor…¿por qué? Dios mio, ¿por qué a mí? ¿Es que acaso soy más malo que aquel a quien tanto beneficias a pesar que ni siquiera se interesa por ti? Quizás más adelante veamos la respuesta que plantea el autor de este libro…pero reconozcamos una cosa, este tipo de preguntas, y sus eventuales respuestas, son el test por antonomasia para considerar hasta qué punto una tradición religiosa está a la altura de nuestras pobrezas…