El Bautismo de Jesus (II): ¿En qué consistió?
¿En qué consistió el bautismo de Juan? La pregunta no es trivial porque nos abre las puertas al ideario de los primeros años de la vida pública de Jesús a la sombra del Bautista. Lo primero que tenemos que reconocer es que ha pesar que las abluciones (lavado de manos, de pies, y otras) eran una práctica más o menos común en el judaísmo del tiempo, el bautismo de Juan tenía peculiaridades bien claras. Vamos a fijarnos en dos.
Primero, este bautismo se practicaba en las aguas del rio Jordán, lo que se relaciona, por una parte, con el éxodo y la conquista de la tierra prometida dotando a la praxis de un fuerte contenido simbólico; y por otra, con una de las condiciones necesarias para la purificación de las impurezas más extremas: el uso de aguas que fluyen (Lv 14,5-6.50-52; 15,13). Ahora bien, el bautismo de Juan no sólo era un medio para purificarse, esto es habilitarse adecuadamente al culto divino. También enfatizaba un elemento ético. Era un bautismo de conversión, esto es el re-orientar la vida hacia Dios (baptisma metanoias)(Mc 1,4; Lc 3,3). En ese sentido, la misma predicación del Bautista se orienta al juicio (Mt 3,7-10; Lc 3,7-9) y a la necesidad de vivir una vida virtuosa (Lc 3,10-14; Josefo, Ant. 18.117), conduciendo a la gente a la experiencia de sentirse perdonados por Dios (Mc 1,4; Lc 3,3). Esto implica que de alguna manera el Bautista se coloca en condición de intermediario entre el perdón de Dios y los hombres, lo que además constituiría una crítica al rol tradicional del Templo de Jerusalén.
Segundo, este bautismo es también un anunció profético sobre una figura enigmática que habría de venir para bautizar con fuego y espíritu (Mc 1,8; Jn 1,26-27). Esto sitúa al Bautista como una figura que anuncia, desde una perspectiva escatológica, el juicio y la restauración final de Israel. Esto es importante porque contextualiza el bautismo de Juan en un marco coorporativo. Es decir, el acento no está en las impurezas o pecados personales (que también son importantes), sino en la experiencia colectiva de conversión del pueblo. En ese sentido, el bautismo de Juan viene a ser algo así como un rito de iniciación colectivo de una comunidad que se prepara para los acontecimientos finales (Josefo Ant. 18, 117).
Por último, este es el bautismo en el que participa Jesús, y que tanto incomoda a las primeras comunidades cristianas. Después de todo, ¿es que acaso el Mesías tenía que participar en algún rito de conversión y purificación? ¿No era acaso reconocer la impureza o pecado en éste? A pesar que cada fuente va suavizando y justificando de diversas maneras el bautismo de Jesús, hay algo que permanece. Para Jesús el bautismo fue un acontecimiento decisivo y crucial. ¿Por qué podemos afirmar esto de manera tan tajante?