El Bautismo de Jesús (III): Una experiencia religiosa de trance.
Lo que hace que el bautismo de Jesús sea tan importante es el hecho que haya configurado una potente experiencia religiosa para él. Efectivamente, inmediatamente después del relato del bautismo se narra una teofonía que de acuerdo a los evangelios tiene tres componentes: el cielo se abre, el Espíritu desciende como una paloma, y se escucha una voz del cielo que anuncia a Jesús como el Hijo amado en quien Dios se complace. Lo primero que tenemos que estudiar es la plausibilidad histórica de dicho acontecimiento.
Los que dudan de la historicidad del suceso señalan que la teofanía no tenía otro objetivo sino el justificar el bautismo de Jesús. En otras palabras, el hecho que Jesús se haya dejado bautizar por Juan era ya tan embarazoso para las primeras comunidades cristianas que tuvieron que agregar esta teofanía para darle relieve en sí mismo. Esto es tan así que al final de cuentas la teofanía llega a ser más importante que el bautismo llegando a «eclipsarso».
Los que afirman la historicidad del suceso señalan a su favor no sólo la multiciplicidad de las fuentes que lo atestiguan. Además de este criterio se constata que los dos elementos de la teofanía hacen sentido con la vida y vocación de Jesús: la presencia del Espíritu como evidencia de la presencia del Reino (Mt 12,27-28/ Lc 11,19-20; Mt 12,31-32/Mc 3,28-29/Lc 12,10); y la relación paternal de Dios (Mt 26,39/Mc 14,36/ Lc 22,42; Mt 11,25-26/Lc 10,21). Estos dos elementos bien pudieron configurar una experiencia visionaria de tipo vocacional, al modo de la experiencia del «camino a Damasco» en el caso de Pablo. Por último, las dos imagenes seleccionadas son propias de una fuerte experiencia religiosa. La primera se refiere a los cielos abiertos, una imagen más o común en la literatura apocaliptica (Testamento de Levi 2,5-6; Apocalipsis 4,1), para referirse a la experiencia de la inmediatez de las realidades celestes en el visionario durante una visión. La segunda, se refiere al espíritu descendiendo como una paloma, imagen que refuerza la factibilidad histórica de la experiencia. Esto porque la imagen de la paloma descendiendo es de por sí muy poco común y ambigua en la literatura antigua. Si en realidad la teofanía fuese una creación literaria para justificar el bautismo, ¿por qué elegir una figura tan ambigua y poco común para referirse al espíritu como lo es la paloma? Lo natural hubiese sido elegir otra imagen que fuese más común en ese periodo.
Por lo tanto, es muy probable que el bautismo haya sido vivido por Jesús como una experiencia religiosa visionaria de tipo vocacional al estilo de los grandes profetas. Los elementos básicos se configuraron a partir de una experiencia inmediata de tipo visionario (los cielos abiertos) y auditiva (la voz del cielo) que se vive como un baño del Espíritu. Este bautismo en el espíritu es lo que dotará de Jesús de la fuerza para vencer a los espíritus inmundos y de autoridad para enseñar. Es probable que se haya visto configurada además con una experiencia de Dios como Padre. Más exactitudes no podemos conjeturar. Jesús no escribió nada al respecto. Eso quedó en su intimidad. Lo que sí podemos inteligir es la manera en cómo los grupos cristianos posteriores interpretaron esta experiencia. En ese sentido existen distintos testimonios acerca de qué significó esta teofania en la vida de Jesús. Cada interpretación responde a las creencias y valores del grupo que interpreta. Vale la pena ejemplificar a lo menos dos o tres para entender cómo se manifiesta la pluralidad de creencias y experiencias en el cristianismo primitivo.