El cuerpo de Dios (I)…aproximaciones generales
Se suele pensar que el monoteísmo judío (concepto que deberíamos redefinir) en el tiempo de Jesús implicaba la prohibición de cualquier representación sensible de Dios. Esto es cierto sólo parcialmente. Existían grupos que se imaginaban, e incluso tenían visiones, del Dios de Israel con características humanas de dimensiones impresionantes. En otras palabras, Dios con brazos, piernas, tronco, y rostro humano. Estas imágenes y experiencias de Dios tendrían impacto también en el cristianismo primitivo, y trataré de demostrar, en la idea que las primeras comunidades paulinas tenían de sí mismas.
La idea antropomórfica de Dios tiene raíces bíblicas. Ya en Gn 1,26-27 tenemos a Dios hablando con la corte celestial en orden a crear al hombre a su imagen y semejanza. Dios dice en Is 48, 13 que su mano fundó la tierra, y que su mano derecha midió los cielos. En Gn 9,13 Dios dice que ha puesto su arco en los cielos, de lo cual se sigue que tiene flechas y espadas (Dt 32,42), lo que es normal considerando que el Señor es un hombre de guerra (Ex 15,3). Por su parte, se dice que la Torah fue escrita con el dedo de Dios (Deut 9,10). Además Dios tiene pies (Ex 24,10), se pone de pie (Ex 17,6), se sienta (Sal.2,4) sobre su Trono (Is 66,1), tiene rostro (Dt 3,17), ojos (Prov 15,3), nariz (Nm 11,33), espaldas (Ex 33,20). Todo esto con unas proporciones gigantescas lo que hace que Isaías hable que el cielo es el Trono de Dios y la tierra estrado de sus pies (Is 66,1).
En el Nuevo Testamento se superponen tradiciones de distintos períodos. Entre las que los exégetas suelen interpretar como provenientes del Jesús histórico está Lc 11, 20 donde éste dice que expulsa a los demonios con el dedo de Dios. Aunque probablemente es una interpretación cristológica posterior Mc 12,36 dice que Dios invita al Mesías a sentarse a su derecha. A pesar de estos y otros ejemplos menores (y muchos en las parábolas), no podemos decir que sólo predominen las imágenes antropomórficas de Dios. Como veremos en otra entrada, lo que predomina en el caso de las teofanías, en el bautismo y la transfiguración por ejemplo, no es la visión de Dios, sino la escucha de su voz.
Como sea, los textos vistos en el A.T. son importantes porque nos dicen que las tradiciones antropomórficas de Dios son muy antiguas. Estas se seguirán desarrollando hasta a especular en el tiempo talmúdico sobre las medidas del cuerpo de Dios. En Sanh. 38b (siglo III), justo antes de mencionar a Metatrón, cuyo nombre es como el nombre del Señor, se nos narra una leyenda sobre la creación de Adán. Cuando Dios iba a crearlo, los ángeles que le servían señalan algunas objeciones a modo de preguntas las que al final se refieren al Sal 8,4: ¿qué es el hombre para que te preucupes tanto por él? La reacción de Dios no se deja esperar, y con un dedo consume a los ángeles con fuego. Luego crea al hombre cuyas dimensiones serán impresionantes: su estatura alcanzará un lado y otro de la tierra. Sólo cuando el ser humano pequé Dios le empequeñecerá poniendo su mano sobre él como está escrito en el Sal 139, 5. En Mekilta de Rabbi Ismael sobre Ex 12,2 se nos dice que Dios le explicó a Moisés, apuntándole con el dedo, tres cosas que le era difícil de entender: el uso del calendario lunar, la impureza (Lev 11,29), y el modelo del candelabro (Nm 8,4). En el Midras Hagadol sobre Gn 6,15 se nos dice que Dios tiene cinco dedos en su mano derecha y que cada uno de estos guarda un gran misterio. Así a través del dedo pequeño Dios le señaló a Noé qué tenía que hacer (Gn 6,15); con el segundo dedo, el que está junto al pequeño, derrotó a los magos del faraón (Ex 8,19); con el tercero, el del medio, escribió las tablas de la Ley (Ex 31,18); con el cuarto le señaló a Moisés qué tenía que hacer el pueblo para salvar sus almas (Ex 3013); con toda la mano provocará la ruina a los hijos de Esaú y destruirá a los hijos de Ismael (Mic 5,9). Estos ejemplos son muy importantes porque nos señalan cómo en una época donde se trataba de erradicar cualquier forma de antropomorfismo de Dios, éste persistía en algunos circulos rabínicos.
Pero aún más importante, muchas de estas tradiciones antropomórficas de Dios se relacionan entre el siglo II y VI con corrientes místicas o visionarias judías que nos permitirán entender algunos aspectos de la resurrección de Jesús y de la definición paulina de las comunidades cristianas.