Ser como niños en el Evangelio de Tomás
También en relación a hacerse pequeño y a Adán, en el dicho 46 se nos dice: Desde Adán hasta Juan el Bautista no hay entre los nacidos de mujer nadie que esté más alto que Juan el Bautista, de manera que sus ojos no se quiebren. Pero yo he dicho: Cualquiera de entre vosotros que se haga pequeño, vendrá en conocimiento del Reino y llegará a ser encumbrado por encima de Juan. La versión sinóptica de este dicho lo encontramos en Mt 11,12 y Lc 16,16. En la versión mateana Jesús describe una era de violencia hasta la llegada del Reino que se extiende desde los días de Juan Bautista hasta ahora. En la versión lucana, Jesús va aún más atrás y extiende esta era desde la Ley y los profetas para terminar con Juan Bautista. Según la versión tomasiana, la era en cuestión no tiene relación ni con la Ley ni con Juan, sino con Adán, porque a partir de su pecado se ha propagado la división y la mortalidad entre los hombres. La salvación pasa por recobrar la inocencia o unidad perdida. Esto se confirma en el dicho 37 a través de la imagen de la pérdida de la vergüenza y el desvestirse de los vestidos, que hacen referencia a la inocencia y asexualidad del niño como imagen del hombre previo al pecado. Así dice el dicho 37: Sus discípulos dijeron: «¿Cuándo te nos vas a manifestar y cuándo te vamos a ver?» Dijo Jesús: «Cuando perdáis (el sentido de) la vergüenza y —cogiendo vuestros vestidos— los pongáis bajo los talones como niños pequeños y los pisoteéis, entonces [veréis] al Hijo del Viviente y no tendréis miedo.
Todo lo anterior implica una transformación religiosa del individuo. Esta no se desarrolla desde una perspectiva escatológica, sino desde la consumación de una época que ya está aconteciendo ahora. El cristiano transformado posee una sabiduría especial tal como lo señala el dicho 4: Dijo Jesús: «No vacilará un anciano a su edad en preguntar a un niño de siete días por el lugar de la vida, y vivirá; pues muchos primeros vendrán a ser últimos y terminarán siendo uno solo». El dicho 21 también estaría en relación a esta sabiduría especial. Cuando Miriam le pregunta a Jesús a qué se parecen sus discípulos, éste responde: Se parecen a unos muchachos que se han acomodado en una parcela ajena. Cuando se presenten los dueños del terreno les dirán: Devolvednos nuestra finca. Ellos se sienten desnudos en su presencia al tener que dejarla y devolvérsela». Los dueños de la finca bien puede ser Dios o los arcontes malvados. No lo sabemos. Lo que sí, es que muy probablemente la finca es el cuerpo, del cual el niño no tiene vergüenza de desvestirse y liberarse, llegando a ser como era en un inicio. De allí que el dicho 49 alabe a los solitarios y elegidos porque vosotros encontraréis el Reino, ya que de él procedéis (y) a él tornaréis.