Felipe en los Hechos de los Apóstoles
Es interesante constatar que en el libro de los Hechos, Felipe aparece como el primer discípulo predicando el evangelio más allá de Jerusalén, en Samaria (8,4-25); y hasta los confines del mundo (8,26-40). Hasta la aparición de Felipe en el capítulo octavo toda la acción del libro se había desarrollado en Jerusalén. Es interesante porque para este obra Pablo es el apóstol de los gentiles por excelencia. De hecho, el capítulo octavo, dedicado a Felipe, parece insinuar una especie de preparación a la misión de Pabló. En 8,1 se menciona que Pablo consentió la muerte de Esteban, y en 8,3 se agrega que perseguía a la Iglesia. Más tarde, inmediatamente después del ciclo de Felipe, Pablo aparecerá de nuevo en escena, esta vez para convertirse en el protagonista de su historia de conversión (9,1-18). Si en el esquema lucano Pablo juega el clarísimo rol de apóstol de los gentiles, ¿por qué aparece Felipe en el capítulo 8 de Hechos? ¿Es Felipe un personaje incómodo para el autor de Hechos? ¿Existiría unas antiguas tradiciones relacionadas con Felipe de las cuales no puede desaserce? ¿Quién es, en definitiva, Felipe para Lucas?No hay un consenso entre los exégetas respecto a estas preguntas. En un extremo están los que dicen que Lucas trata de minimizar las tradiciones relacionadas con Felipe; y en el otro extremo, quienes dicen que Lucas encaja bien las tradiciones de Felipe en orden de potenciar el rol que juegan Pablo y Pedro en la obra. La cuestión es que Felipe aparece por una parte como uno de los siete hombres de habla griega elegidos para atender las mesas (6,5; 21,8), que tuvo que huir de Jerusalén por la persecución (8,1) y que tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban (21,9). Al mismo tiempo, y de acuerdo a Lc 6,14, Felipe aparece como uno de los apóstoles. ¿El Felipe del capítulo octavo es, entonces, uno de los doce o uno de los siete diaconos?Lo más prudente sería señalar que Lucas quiere distinguir ambos «Felipes» para poder ser coherente con su plan teológico: todos los apóstoles permanecieron en Jerusalén luego de la primera persecución, y desde esta ciudad se iniciaría la evangelización de los gentiles, precidida por la revelación de Pedro en relación a Cornelio, y seguida por las aventuras de Pablo. Aún así, muchas cualidades de Felipe son propias de la del apóstol de acuerdo a Lc 9,2: va por las ciudades de Samaria proclamando a Cristo (8,5), la palabra (8,4), el nombre de Jesucristo y el Reino de Dios (8,12). Más aún, el mensaje de Felipe es acompañado por signos (8,6) que consisten en sanaciones y exhorcismos (8, 7). Pareciera que las tradiciones recogidas por Lucas están más cerca de hablar de Felipe apóstol, que uno de los siete. Como sea, hay otras fuentes que narran también la importancia de Felipe como apóstol: Eusebio Hist. 3.31.3; 5.24.2; Papías, Hist. 3.39.3.
En el libro de Hechos, la primera parte de la sección dedicada a Felipe versa sobre la misión en Samaria (8,4-25). Desde el punto de vista literario este texto se divide en una introducción (8,4// 8,1//11, 19), dos escenas (8,5-13; 8,14-24) y una conclusión (8,25). La primera escena se divide a su vez en tres unidades: Felipe en Samaria (8, 5-8); Simón en Samaria (8, 9-11); y Felipe y Simón en Samaria (8,12-13). La escena dos se divide a su vez en los apóstoles en Samaria (8,14-17) y en Simón y Pedro (Juan) (8,18-24) que tiene una expansión interesante en los Hechos de Pedro 31-32. El paralelo entre Felipe y Simón es tan interesante como el final concerniente a su conversión. Lo que aún llama más la atención es la presencia de los apóstoles en Samaria en la escena dos. ¿Es que Felipe no era capaz de dar el Espíritu Santo? ¿Estamos acaso frente a una velada crítica Lucana a las tradiciones relacionadas con Felipe? La sorpresiva inclución de Pedro (8,18-24) tomando el protagonismo pareciera confirmar este punto. ¿Existiría una tensión entre las tradiciones de Felipe y Pedro? Todas estas preguntas se discuten sin llegar a un concenso.
Las tradiciones respecto a Felipe que maneja Lucas se complican aún más si tomamos la segunda parte del capítulo octavo (8,26-40). Esta parte la podríamos titular Felipe hasta los confines del mundo, por cuanto si bien la primera parte hablaba de la evangelización de Samaria, esta segunda parte habla de la evangelización del etiope eunuco que representa los límites del mundo conocido en esa época (ver la Odisea, 1.22-23). Desde este punto de vista Felipe viene a realizar el mandato del Señor de acuerdo a Hch 1,8. También, y en contradicción con la primera parte del capítulo octavo, vemos cómo el Espíritu guía a Felipe hasta en los más mínimos detalles, haciendo de él un hombre del espíritu. La imagen de Felipe es, en ese sentido, mucho más positiva. Además, Felipe en esta segunda parte no se presenta como un hacedor de milagros como en la primera, sino más bien como un enviado por el Espíritu y como interprete de las escrituras. Así, y al modo de Jesús con los discípulos de Emaús, Felipe va por el camino explicando e interpretando las escrituras al eunuco etiope. Por lo demás, mucho de este texto nos lleva a la predicación de Pedro al gentil Cornelio en Hch 10 (el llamado celestial, la obediencia al espíritu, la apertura a los géntiles), lo que pone a Felipe en paralelo con el propio Pedro.
En general podemos afirmar que Lucas manejaba distintas, independientes, y tempranas, tradiciones acerca de Felipe, que combinó de tal forma de mantener su itinerario teológico en Hechos. Aún así hay algunas cuestiones que salen a la luz: estas tradiciones tenían que ver con el apóstol y no con uno de los siete; este Felipe se vio comprometido en la evangelización de los gentiles de manera exitosa y muy temprana; no es poco probable que iniciará su evangelización de manera independiente al resto de los apóstoles.