Conflictos entre los visionarios en la Carta a los Colosenses
Hablando de mística en el cristianismo primitivo, Colosenses 2, 16-3,1 es un texto que vale la pena estudiar porque nos da una idea del contexto polémico en el que se mueven los visionarios que contemplan a Jesús resucitado. Partamos con el versículo 18 que ya de por sí es muy difícil de traducir. Me aparece adecuada la siguiente traducción (propia): Que nadie los prive del premio, bajo pretexto de humildad (εν ταπεινοφροσυνη) y del culto de los ángeles (θρησκεια των αγγελων) que entrando a los cielos han visto (α εορακεν εμβατευων), siendo arrogantes en el orgullo de su mentalidad carnal. Este versículo presenta varios problemas de traducción. Lo primero que tenemos que preguntarnos es qué se entiende por ταπεινοφροσυνη. Generalmente el significado es humildad como virtud (Flp 2,3; 1Ped 5,5), sin embargo en el contexto del versículo a estudiar significaría más bien en apariencia de humildad o una humildad que no mira el bien del prójimo. Pero, ¿podríamos ser más específicos en el significado? En el Pastor de Hermas «ταπεινοφροσυνη» se relaciona con el ayunar: Toda oración ha de acompañarse con humildad: por lo tanto, ayunad y obtendréis del Señor lo que estáis pidiendo (Hermas 10). Ayunar, y otras rigurosidades físicas, tienen relación con el prepararse adecuadamente (humildad) para recibir las revelaciones (ApEzra 1,3-5; TestIsaac 4,1ss; ApAb 9; AsIsa 2,7-11). En ese sentido «ταπεινοφροσυνη» se relaciona más abajo de manera correcta con el desprecio del cuerpo (2,23) en orden a recibir revelaciones de Dios. Lo segundo que tenemos que preguntarnos es cómo traducir «θρησκεια των αγγελων». Lo más obvio sería entender «των αγγελων» como un genitivo objetivo lo que implicaría que el culto se dirige a los ángeles. Sin embargo, la siguiente expresión «α εορακεν» (lo que se ha visto) se puede entender como una clausula que modifica a la expresión «θρησκεια» (culto), convirtiendo a «των αγγελων» en un genitivo subjetivo. Esto quiere decir que el contenido de lo que se ha visto es el culto de los ángeles en el cielo al modo de los visionarios del Qumran o de la Mercabá. Esto querría decir que los falsos maestros de la carta son aquellos que alardean de haberse unido al culto divino entrando en las realidades celestiales para recibir visiones y misterios. Este «εμβατευων» (entrando), de acuerdo a las inscripciones griegas de Apolo en el santuario de Claros, implicaría un entrar a los misterios o a los cielos. La misma idea la encontramos en textos apócrifos judíos (TLev 2, 6-7). El autor de la carta anima a los cristianos a buscar las cosas de arriba pero de una manera adecuada. Esto significa, en primer lugar, a través de la contemplación de Jesús exaltado en los cielos, sentado a la derecha de Dios (3,1). Es en el Cristo exaltado donde habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad,y ustedes participan de esa plenitud de Cristo, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad (2,9-10). Todo lo que puede ser significativo en los cielos ya ha sido revelado en Cristo. La manera de los filósofos, o místicos judíos, queda excluída. El objetivo no es ya unirse a la liturgia celestial o tener un contacto especial con los ángeles. Esto implica que no hay más que un mediador entre los hombres y Dios: Jesús exaltado. Ningún ángel, por grande que sea, cumple ya ese rol.
Es interesante constatar que aquellos falsos maestros que se unían a la liturgia celestial junto con los ángeles, al modo de la apocalíptica o la Mercabá, también observaban extrictamente la Torá. En otras palabras, el mistícismo ascético se enmarcaba de manera correcta en el judaísmo tradicional. El versículos 16 es explícito al respecto: por eso, que nadie los critique por cuestiones de alimento y de bebida, o de días festivos, de novilunios y de sábados. Para más detalles: Eskola, Timo, Messiah and the Throne, p. 187-196.