El velo del Templo rasgado en Lucas
Estuve leyendo un artículo bien interesante de Dennis D. Sylva llamado «The Temple Curtain and Jesus’ Death in the Gospel of Luke» (Journal of Biblical Literature, Vol. 105, No. 2 ,Jun., 1986, pp. 239-250) donde se habla de la función del velo del templo en Lc 23,45. En los tres sinópticos tenemos el velo del templo que se rasga en dos cuando Jesús está al morir. Sin embargo, según este autor, la versión lucana tiene particularidades que no encontramos en Marcos y Mateo. Básicamente se trataría de la comunión entre Jesús y el Dios que se encuentra y reconoce en el templo. El corazón del argumento se encuentra en la conocida comparación entre la muerte de Jesús y Esteban. Ambos piden por el perdón de sus verdugos (Lc 23,34a; Hch 7,60). Ambos encomiendan sus espíritus antes de morir. Ambos claman de manera artículada antes de morir (Lc 23,46a; Hch 7,60). Ambas muertes, la de Jesús ( Lc 23,46c: touto de eipon exepneusen ) y la de Esteban (Hch 7,60; kai touto eipon ekoimethe ) son descritas de manera similares. Lucas afirma que el hombre que enterró a Jesús, José de Arimatea, era un hombre bueno y justo (aner agathos kai dikaios, Lc 23,50); mientras que en Hch 8,2 se describe a aquellos que entierran a Esteban como hombres devotos (andres eulabeis).
D. Sylva señala que además de estas evidentes similitudes, hay una que muchas veces pasa inadvertida. En Hch 7,55.56 se dice que Estaban ve los cielos abiertos (dienoigmenous) y que tiene la visión (theoro) de Dios y Jesús. En la misma línea cuando va a morir Estaban dice, Señor Jesús, recibe mi espíritu (Hch 7,59), reconociendo la soberanía de Jesús en los cielos como quien está a la derecha de Dios (hestota ek dexion tou theou). Esta es una alusión al Sal 110,1 que es usado también para reforzar la idea de la soberania de Jesús como sucede en Hch 2,34-36: Por lo tanto, que toda la casa de Israel sepa que fuera de toda duda Dios ha convertido en Señor y en Cristo a Jesús, a quien vosotros habéis crucificado (asphalos oun ginosketo pas oikos Israel hoti kai kyrion auton kai Christon epoiesen ho theos, touton ton lesoun hon hymeis estaur6sate). Por lo tanto cuando Esteban se dirige al Señor Jesús en 7,59 está reconociendo su soberania divina. Esto es significativo cuando ponemos en paralelo Lc 23,45b-46a y Hch 7,55.56.59. En estos últimos vemos los cielos abiertos (dienoigmenous) hacia el lugar de la presencia de Dios; mientras que en los primeros vemos lo mismo, la apertura (eschisthe) hacia el lugar de la presencia de Dios (el templo). Lo que vemos es la siguiente dinámica. Jesús encomienda su espíritu dirigiéndose a Dios quien se le revela a través del velo rasgado del templo. Esteban, encomienda su espíritu reconociendo la soberanía de jesús quien se le revela a través de los cielos abiertos. Ambos hechos en paralelo demuestran que para Lucas el Dios de Jesús se le revela a través del templo. Más aún a la hora nona Lucas pone una oración en labios de Jesús, luego de la cual el velo se rasga. De acuerdo a Hch 3,1 la hora nona es la hora de la oración en el templo (Petros de kai Ioannes anebainon eis to hieron epi ten h6ran tes proseuches ten enaten). Esto refuerza la idea de un Jesús cuyas últimas palabras se dirigen al Dios que habita en el templo. Esta idea sería consistente con la imagen que Lucas presenta sobre el templo. En Lc 2,22-24 de manera programática se presenta de manera unificada la purificación de María con el ofrecimiento del primogénito. Jesús, en ningún otro evangelio, aparece enseñando en el templo como lo hace en Lucas. En este evangelio Jesús se siente cómodo enseñando en el templo