Voces en contra de los viajes celestiales en la literatura sapiencial
Escuchemos aunque sea brevemente aquellas voces que criticaban las actividades visionarias basadas en la inescrutabilidad de Dios y su creación. Todas provienen del período cuando se escribió el Libro de los vigilantes y se inscriben en la tradición sapiencial. En Prov 30,1-4 leemos: Palabras de Agur, hijo de Iaqué, de Masá. Oráculo de este gran hombre: ¡Me he fatigado, Dios, me he fatigado, Dios, y estoy exhausto! 2Sí, soy demasiado torpe para ser un hombre y no tengo la inteligencia de un ser humano; 3 nunca aprendí la sabiduría, ¡y qué puedo saber de la ciencia del Santo! ¿Quién subió a los cielos y descendió? ¿Quién recogió el viento en sus puños? ¿Quién contuvo las aguas en su manto? ¿Quién estableció los confines de la tierra? ¿Cuál es su nombre y el nombre de su hijo, si es que lo sabes? En Job 11, 5-6: En cambio, si Dios hablara y abriera sus labios contra ti; si te revelara los secretos de la sabiduría, tan sutiles para el entendimiento, sabrías que Dios olvida una parte de tu culpa. En Eclo 11,4: No te gloríes de la ropa que te cubre ni te enorgullezcas en los días de gloria, porque las obras del Señor son admirables y están ocultas a los ojos de los hombres. En 34, 1-8: Vanas y engañosas son las esperanzas del insensato, y los sueños dan alas a los necios. Tratar de asir una sombra o correr detrás del viento es dar crédito a los sueños. Las visiones de los sueños no son más que un espejismo: un rostro ante el reflejo de su propia imagen. ¿Puede sacarse algo puro de lo impuro o de la mentira puede salir la verdad? Adivinaciones, augurios y sueños son cosas vanas, puras fantasías, como las de una parturienta. A no ser que los envíe el Altísimo en una visita, no les prestes ninguna atención. Porque los sueños han extraviado a muchos que cayeron por esperar en ellos. La Ley debe cumplirse sin falsedad, y la sabiduría expresada fielmente es perfecta. En 41,4: Esta es la sentencia del Señor para todo ser viviente: ¿por qué oponerse a la voluntad del Altísimo? Aunque vivas diez, cien o mil años, en el Abismo no te echarán en cara lo que hayas vivido. En Eclesiástes 3,21: ¿Quién sabe si el aliento del hombre sube hacia lo alto, y si el aliento del animal baja a lo profundo de la tierra?