Introducción al maniqueismo
La siguiente es una introducción breve a la teología maniquea. Esta se sustenta en una cosmología dualista. Existen dos principios: la luz (buena) y la tiniebla (la materia, mala). El reino de luz es gobernado por el Padre de Grandeza y su reino es una extensión de sí mismo. El Padre tiene cuatro atributos: la pureza, el poder, la luz y la sabiduría. El Padre reside en cinco poderes intelectuales: mente, pensamiento, comprensión, consejo y consideración. Estos cinco poderes se corresponden con cinco elementos: aire vivo, luz, viento, agua, fuego. A su vez doce eones rodean al Padre distribuidos en árboles en las cuatro direcciones del cielo. De estos 12 eones se generan 144 eones de los eones.
A su vez, el reino de las tinieblas es gobernado por el demonio de la materia (o Príncipe de las tinieblas) y también consta de cinco elementos: el humo, la obscuridad, el fuego, el agua, y el viento. Cada uno de estos elementos está gobernado por cinco arcones malignos. A parte de estos cinco arcontes malignos, un número sin fin de arcontes malos pululan en el reino de las tinieblas.
En el inicio luz y tiniebla estaban completamente separadas. Una vez que el Príncipe de las tinieblas ha alcanzado su máxima extensión territorial llega hasta el límite del reino de la Luz y deseando poseer su vida lo ataca. En la batalla que sigue el Padre de la Luz llama al Gran Espíritu o Madre de la Vida quien genera al Primer Hombre (por supuesto sin ninguna clase de relación sexual). Entonces, el Primer Hombre con cinco poderes de luz va a la batalla y es derrotado. Su armadura, que constituye el alma viva, es devorada por los poderes del mal. Esta alma viva o divina se le conoce también como la cruz de luz o el Jesús sufriente. Desde entonces el alma divina se convierte en un compuesto de luz y tiniebla (materia). La derrota del Primer Hombre cala profundo en la conciencia de todo. La triada divina, el Padre, la Madre de la Vida, y el Primer Hombre dice relación con la triada setiana fundamental. Para salvar al Primer Hombre, el Padre de Luz llama al Amado de las Luces del cual proviene el Gran Constructor. Este último produce a su vez al Espíritu Vivo quien tiene cinco hijos: el rey de Esplendor, el rey del Honor, Adama de Luz, el rey de Gloria, y Atlas. Entonces el Espíritu Vivo envía a su Llamado desde las partes inferiores del reino de Luz al Primer Hombre que yace más abajo. Entonces el Primer Hombre es levantado por el Llamado de su sueño y envía una Respuesta. El Espíritu Vivo, junto con sus cinco hijos desciende hacia el Primer Hombre y lidera su regreso al reino de la luz.
Sin embargo todavía hay luz mezclada con tinieblas (materia) que necesita ser liberada. Por ello el Espíritu Vivo con sus hijos crea diez cielos y ocho tierras. Entonces asume el rol del Demiurgo tomando materia y luz. Mientras el sol y la luna son vasijas de pura luz, los cinco planetas y las estrellas son gobernantes malos. El cosmos se genera como una prisión para las fuerzas de las tinieblas, pero de la cual se va ir rescatando las partículas de luz mediante la generación de una serie de emanaciones. Esto es así: el Padre de Grandeza llama a un Tercer Mensajero cuya tarea es extraer la luz contenida en la materia. Este Tercer Mensajero mora en el barco del Sol y tiene como consorte a la Virgen de la Luz que reside en el barco de la luna. Cuando los poderes del mal vieron desnuda a la belleza de la Virgen de la luz se consumieron de pasión y eyacularon luz en su semen. De manera similar, los poderes femeninos de las tinieblas cuando vieron desnudo al Tercer Mensajero, expulsaron fetos abortivos. Entonces a través de estas eyaculaciones y abortos se expulso la luz que fecundo la tierra creando la vida animal y vegetal. Entonces el Tercer Mensajero llamó a la Columna de Gloria equipada de barcos de luz (el sol y la luna) para el transporte de la luz para el nuevo paraíso construido por el Gran Constructor. Sin embargo, para mantener el control sobre las partículas de luz, los poderes de las tinieblas crearon a Adán y Eva a través de la acción de Saklas y Nabroel. Adán fue creado de acuerdo con la imagen del Tercer Mensajero que los demonios habían visto desde lejos. Los seres humanos son por lo tanto una mezcla de cuerpo material y alma. Jesús el Esplendor, evocando la Luz de la Mente, y llamado adelante como Apóstol de la Luz, descendió a Adán lo despertó de su sueño y le proveyó de gnosis. El Apóstol de la Luz se encarnó en varias ocaciones: Sethel, Buda, Zoroaster, Jesús y Maní el último.
La parte final de la historia devendrá en el tiempo escatológico con la Gran Guerra entre las fuerzas del bien y el mal que traerá la gran liberación de toda partícula de luz y cuando cada alma sea juzgada. Los electos serán elevados a los cielos, y el mundo será purificado por medio de una confrontación que durará 1468 años.
En cuanto a la sotereología y la praxis podemos decir que el hombre se siente como una mezcla de tinieblas y luz teniendo la voluntad de liberarse de las tinieblas identificándose con la luz. Y es que la Luz se concibe como el deseado destino escatológico, como un retorno a la patria originaria. En la Epístola a Edesa Maní se refiere al Padre de la Grandeza como el que, por medio de su Gracia, lo sacó de la asamblea de la multitud que no conoce la verdad y le reveló sus secretos. Maní, habiéndose hallado en un estado de confusión y zozobra y angustia, se se liberó de su peso al descubrir su propio destino y el del cosmos. La identificación del sujeto con las vicisitudes del Hombre Primordial no es una analogía superficial, sino que constituye un reflejo fundamental de la identidad ontológica de todas las partes de la luz.