Elementos visionarios en la «La vida de Adán y Eva» (versión griega)
“Mientras estaba Eva suplicando de rodillas, se llegó a ella el ángel de la humanidad y la levantó con estas palabras:
-Levántate, Eva, de tu arrepentimiento, pues mira: Adán, tu marido, salió de su cuerpo; levántate y contempla su espíritu conducido hacia arriba para salir al encuentro del que lo creó.
Eva se levantó, se llevó las manos a la cara, y el ángel le dijo:
-Levántate de las cosas terrenas.
Eva fijó su mirada en el cielo y vio un carro de luz tirado por cuatro águilas refulgentes. Ninguno de los nacidos de mujer era capaz de contar su resplandor ni de ver el rostro de las águilas. Iban los ángeles delante del carro. Cuando llegaron al lugar en que yacía vuestro padre Adán, se detuvo el carro, y los serafines se pusieron entre vuestro padre y el carro. Yo pude ver incensarios de oro y tres navetas, y todos los ángeles se acercaban al altar con incienso, incensarios y navetas y los atizaban, y el humo del incienso cubrió los firmamentos. Los ángeles se prosternaron y adoraron a Dios gritando:
-Yael santo, perdónalo, porque es tu imagen y hechura de tus manos santas.
34 Al punto vi yo, Eva, dos grandes y terribles portentos que estaban
delante de Dios. Me eché a llorar de miedo”.
Varios elementos nos recuerdan la temprana mística judía de la mercabá. De partida el “carro de luz tirado por cuatro águilas refulgentes. Ninguno de los nacidos de mujer era capaz de contar su resplandor ni de ver el rostro de las águilas. Iban los ángeles delante del carro”. En el origen está la visión de Ezequías 1 que, como sabemos, dio origen a un amplio espectro de especulaciones y visiones. Esto se confirma en la versión armenia de este texto que guarda mayor fidelidad al texto profético hablando de “cuatro bestias refulgentes”. También es de notar que esta visión de Eva bien pudo haber sido conocida por los autores de la literatura Hejalot quienes en un tono polémico señalan: “Entonces las águilas del carro, los ofanim ardientes, y los querubines devorados por el fuego, le preguntaron a Metatrón: Jovén, ¿por qué tu permites a uno nacido de mujer venir y contemplar el carro?” (&3). Lo que se implícita en este texto de Hejalot es que si para un hombre le es difícil ser digno de contemplar la mercabá, con menor razón las mujeres son dignas de ello. Esto es extraordinario porque significa que en este aspecto Eva es retratada de manera positiva.
Otro de los motivos presentes en la visión de Eva tiene relación con el templo celestial. Esto no tiene nada de extraordinario porque encontramos este motivo en muchos relatos apocalípticos (Libro de los Vigilantes 14,10; el Libro de los sueños 83-90; el Testamento de Levi 5,1-2; 3,6; el Libro de los Jubileos) y en la literatura del Qumrán (Cánticos del sacrificio sabático). El incienso y toda la parafernalia cultica también guarda muchos paralelos literarios: Ap 8,2-4; 11QSShirShabb frg. 8-7.2-3 (“los sacrificios de los santos”; “el aroma de sus sacrificios”; “el aroma de sus sacrificios liquidos”); el TestLv 3,7; y por supuesto en la literatura de Hejalot (&151).
Por último mencionemos a los “dos grandes y terribles portentos que estaban delante de Dios” que hacen que Eva se eche a llorar de miedo. Estos son los portadores de las revelaciones que recibirá Eva: “Y entonces Yo, Eva, contemplé dos grandes y temibles misterios delante de la presencia de Dios y temblé de miedo” (32, 3-34,1). De nuevo, los paralelos literarios son numerosos: 1QS 9, 18-19; 1QH 10,13; 1Enoc 41,3; 52,2; 106,19; 2Enoc 24,2-4; 4Ezra 14,5.
Para más detalles: Daphna Arbel, “A Chariot of Light Borne by Four Bright Eagles” Eve´s Vision of the Chariot in the Greek Life of Adam and Eve”, en: With Letters of Light, Studies in the Dead Sea Scrolls, Early Jewish Apocalypticism, Magic, and Mysticism, (Ed. A. Orlov y D. Arbel), p. 267-284.