La Ley como un tejido vivo en la Cábala
Como sea, lo interesante es constatar cómo en la mística medieval la Ley se entendía como un organismo viviente que se desglosa a diferentes niveles de realidad. Moisés de León escribe al respecto: “Porque la Torá es denominada Árbol de la Vida…Al igual que éste se compone de ramas, hojas, corteza, médulas y raíces, y cada uno de estos elementos componentes puede ser llamado parte constituyente del árbol, sin que formen realidades sustancialmente separadas unas de otras, también verás que la Torá contiene muchas cosas interiores y exteriores y todas forman una sola Torá y un solo árbol, sin que se den diferencias” (Séfer haRimmón, Ms. British Museum, Cat Margoliouth num. 759, f.100b). Otro aspecto altamente esotérico tiene que ver con la Ley como un único tejido espiritual (inseparable) donde interactúa Dios y los hombres. En ese sentido algunos escritos identifican a la Ley escrita con las facultades dispensadoras de la divinidad expresadas en la sefirá Tif´eret (Misericordia), mientras que la Ley oral como una facultad receptiva de Dios, la sefirá de la Sejiná, de la cual participa la comunidad de Israel. Aunque, y aún yendo más allá, algunos escritos no distinguirán entre Ley oral y Ley escrita. R. Isaac el Viejo habla de cómo se escribió la Ley al modo de dos fuegos superpuestos: “La forma de la Torá escrita es la de los colores del fuego blanco, y la forma de la Torá oral tiene apariencias cromáticas como de fuego negro…el fuego blanco es la Torá escrita, en la que la forma de las letras no es todavía visible, sino que recibe la forma de las consonantes o puntos vocálicos sólo gracias a la potencia del fuego negro, que es la Torá oral. Este fuego negro es como la tinta sobre el pergamino. Por ello la Torá escrita no puede asumir ninguna forma corpórea, a no ser por medio de la fuerza de la Torá oral, o sea: sin ella no puede ser comprendida verdaderamente” (Enelow Memorial Collection, 584/699, del Jewish Theological Seminary de New York).
Esta idea mística de la Ley como un organismo viviente dotado de niveles de aprensión no parece tener antecedentes tempranos. Aunque hay dos excepciones. La primera es la historia de los “cuatro que entran en el pardes” que bien podría datar del siglo II o III. Esta historia que ya he comentado en dos entradas supone la existencia de la Ley como a varios niveles, algo análogo a la idea del tejido que hemos explicado. La segunda es un texto de Filón de Alejandría cuando comenta a la secta judía de los Terapeutas de Egipto en el “De vita contemplativa” (ed. Conybeare, p. 119): “Porque toda la Torá les parece a éstos algo semejante a un ser vivo; el sentido literal equivale al cuerpo, pero el alma es el sentido secreto, que sirve de base a la palabra escrita”. Ahora bien, y siguiendo a G. Scholem, parecería muy forzado encontrar alguna relación entre estos textos y los ya mencionados de la Cabala. Los separan alrededor de mil años y en medio no encontramos la idea de la Ley como tejido vivo en los tratados místicos tempranos…son ideas parecidas pero desarrolladas de manera independiente. Como sea, y de nuevo, que distancia tan enorme entre la idea de la Ley en Mt y Stgo, y la de los cabalistas… Para más detalles: Scholem Gershom, La Cábala y su simbolismo, Ed. Siglo XXI, Madrid, p. 49-60