Introducción al Sefer Yetsirá
En la primera parte del libro se explica el papel desarrollado por los 10 sefirot en la creación. Estos diez números representan otras tantas infinitudes: comienzo/final (tiempo), bien/mal (dimensión moral), altura/profundidad (dimensión espacial), Este/Oeste/Norte/ Sur. En la segunda parte del libro se hace lo mismo con el rol de las veintidós letras del alefato hebreo: Dios las ha dibujado, tallado, combinado, pesado, intercambiado y por ellas ha hecho toda la creación y todo lo que está destinado a ser creado. Estas letras tienen distintas funciones en las tres dimensiones de la creación, reconocidas por los judíos: el hombre (dimensión ética), el mundo (dimensión espacial), y el flujo del tiempo a lo largo del año (dimensión temporal). Así por ejemplo, las letras madres (א, מ, ש) representan en el hombre el pecho, el vientre y la cabeza (la totalidad); en el mundo, el aire, el agua y el fuego respectivamente (los elementos primordiales); y en el tiempo, la humedad, el frío y el calor. Las siete letras dobles (ת,פ,כ,ד,ג,ב,ר) también caracterizan cosas distintas de acuerdo a las dimensiones de que se trate, así por ejemplo, la t representa en el hombre a la boca; en el mundo, a Júpiter; en el tiempo al día séptimo. Por último, también las doce letras simples ( ק,צ,ע,ס,ל,י,ח,ז,ו,ה) desempeñan una función en este sistema. Así, por ejemplo, «ו» en el hombre representa el riñón derecho; en el mundo, a Taurus; en el tiempo, al mes de Iyar (abril/mayo). Entonces, cada letra y cada una de las diez sefirot se combinan en complicadas fórmulas para poder entender cómo el cosmos fue y continúa siendo creado.
Peroel sistema está lejos de ser una estructura rigida y definida. Tal como explica G. Scholem la «suma de estas potencias unificadas en el diez prototípico forma el mundo de las sefirot, de la unidad divina en su despliegue, que encierra en sí los arquetipos de todo ser». Y es que «la creación no es otra cosa que el aspecto exotérico de una operación que, en último término, transcurre dentro de Dios mismo». Y es que, como hemos visto en otras entradas, las letras representan un cuerpo místico de la divinidad y Dios una especie de alma para las letras. De más está decir que el conocimiento esotérico de la creación del mundo a través de la combinación de las letras provee al místico de un especial poder mágico. Para más detalles: G. Scholem, La Cábala y su simbolismo, siglo XXI, p. 202-203.