Libro de la Creación (3)
La tercera parte del Libro de la Creación son
los capítulos tercero, cuarto y quinto, donde se estudían las letras
principales, las dobles y las simples del alfabeto hebreo. El capítulo tercero
se detiene en las tres letras principales, álef,
mem, y shin que representan el aire, el agua, y el fuego desde donde emerge
la creación. Tres principales: álef, mem,
shin, durante el año, son el calor, el frío y la templanza. El calor se ha
creado del fuego, el frio del agua, y la templanza se ha creado del aire que
pone equilibrio entre ellos (5). Además desde allí surgen las tres partes
del universo; las tres estaciones del año, y las tres partes en que se divide
el cuerpo humano. La álef es la
primera de las letras, la que está más allá de la bet (letra con la que se inicia la Torá) y que le sigue en el
afabeto. Su valor numérico es el uno (unicidad), referencia a la divinidad.
Simbólicamente representa el primer día de la creación y el aire que Dios
insufla para dar vida a los seres vivientes.
Haz que reine el álef sobre el aire, cíñele una corona y combínalas una con otra, y con ellas sella
el éter en el universo, la templanza en el año, el torso en la persona, el
masculino con álef, mem, shin, y el femenino con álef, shin, mem (8). Mem es
una letra que se encuentra en la mitad del alefato: fuerza que unifica, que
concilia. Su valor numérico es el 40. Mem
es el agua, elemento purificador como lo fue el diluvio que permite la
regeneración. El frío en el año y el vientre de la persona. Shin es la penúltima letra del alefato,
con un valor numérico de 300. Es el fuego, un elemento también purificador, es
el calor en el año, la cabeza en la persona. Si sumamos los valores numéricos
1+40+300 suman 341 esto es 8 (3+4+1). Si el número 7 representa la perfección,
el número 8 es una paso adelante y la entrada al mundo trascendente.
los capítulos tercero, cuarto y quinto, donde se estudían las letras
principales, las dobles y las simples del alfabeto hebreo. El capítulo tercero
se detiene en las tres letras principales, álef,
mem, y shin que representan el aire, el agua, y el fuego desde donde emerge
la creación. Tres principales: álef, mem,
shin, durante el año, son el calor, el frío y la templanza. El calor se ha
creado del fuego, el frio del agua, y la templanza se ha creado del aire que
pone equilibrio entre ellos (5). Además desde allí surgen las tres partes
del universo; las tres estaciones del año, y las tres partes en que se divide
el cuerpo humano. La álef es la
primera de las letras, la que está más allá de la bet (letra con la que se inicia la Torá) y que le sigue en el
afabeto. Su valor numérico es el uno (unicidad), referencia a la divinidad.
Simbólicamente representa el primer día de la creación y el aire que Dios
insufla para dar vida a los seres vivientes.
Haz que reine el álef sobre el aire, cíñele una corona y combínalas una con otra, y con ellas sella
el éter en el universo, la templanza en el año, el torso en la persona, el
masculino con álef, mem, shin, y el femenino con álef, shin, mem (8). Mem es
una letra que se encuentra en la mitad del alefato: fuerza que unifica, que
concilia. Su valor numérico es el 40. Mem
es el agua, elemento purificador como lo fue el diluvio que permite la
regeneración. El frío en el año y el vientre de la persona. Shin es la penúltima letra del alefato,
con un valor numérico de 300. Es el fuego, un elemento también purificador, es
el calor en el año, la cabeza en la persona. Si sumamos los valores numéricos
1+40+300 suman 341 esto es 8 (3+4+1). Si el número 7 representa la perfección,
el número 8 es una paso adelante y la entrada al mundo trascendente.
El capítulo cuarto trata de las siete letras
dobles, esto es las consonantes que pueden ser duras o blandas dependiendo de
si se escriben con daguesh o no. En
esta lista también se incluye la letra resh
(la erre) porque existen unas diez palabras en la Biblia donde se escribe
la resh con daguesh. Como sea, vemos que la permutación de estas letras se
crean los siete extremos (arriba, abajo, este, oeste, sur, norte, y el Santuario que está justo en el centro y
las carga a todas [2]) los siete planetas, los siete cielos, los siete días
de la semana, los siete orificios del rostro (ojos, orejas, nariz y boca), y
los siete opósitos o antítesis de este mundo inherentes a la existencia humana
(vida y muerte; paz y mal; sabiduría y necedad; riqueza y pobreza; fecundidad y
esterilidad; gracia y fealdad; dominio y servitud). El 7 expresa la perfección
de la creación de Dios.
dobles, esto es las consonantes que pueden ser duras o blandas dependiendo de
si se escriben con daguesh o no. En
esta lista también se incluye la letra resh
(la erre) porque existen unas diez palabras en la Biblia donde se escribe
la resh con daguesh. Como sea, vemos que la permutación de estas letras se
crean los siete extremos (arriba, abajo, este, oeste, sur, norte, y el Santuario que está justo en el centro y
las carga a todas [2]) los siete planetas, los siete cielos, los siete días
de la semana, los siete orificios del rostro (ojos, orejas, nariz y boca), y
los siete opósitos o antítesis de este mundo inherentes a la existencia humana
(vida y muerte; paz y mal; sabiduría y necedad; riqueza y pobreza; fecundidad y
esterilidad; gracia y fealdad; dominio y servitud). El 7 expresa la perfección
de la creación de Dios.
El capítulo quinto trata de las doce letras
simples restantes. Su fundamento es la
vista, el oído, el olfato, el gusto, la palabra, el coito, la acción, la
marcha, la cólera, la risa, el pensamiento, y el sueño (1). Con ellas se crean las actividades principales
del ser humano, las doce constelaciones que configuran los signos del zodiaco,
los doce meses del año, y los doce órganos rectores del cuerpo humano (las dos manos, los dos pies, los dos
riñones, el bazo, el hígado, la vesícula biliar, el intestino delgado, el
intestino grueso y el esófago [3]).
simples restantes. Su fundamento es la
vista, el oído, el olfato, el gusto, la palabra, el coito, la acción, la
marcha, la cólera, la risa, el pensamiento, y el sueño (1). Con ellas se crean las actividades principales
del ser humano, las doce constelaciones que configuran los signos del zodiaco,
los doce meses del año, y los doce órganos rectores del cuerpo humano (las dos manos, los dos pies, los dos
riñones, el bazo, el hígado, la vesícula biliar, el intestino delgado, el
intestino grueso y el esófago [3]).