Los dos adanes y la naturaleza del cuerpo resucitado en la tradición rabínica

La
idea de los dos adanes está estrechamente relacionada con la discusión acerca
del cuerpo con el que resucitaremos en 1Cor 15. Este texto se entiende mejor si
lo colocamos en el contexto rabínico del tiempo de Jesús donde también se
contraponen dos cuerpos: el terrenal y el de la vida venidera. En el GnR 14
leemos: La palabra hebrea para “formar”
se deletrea, en conexión con la formación del hombre, de manera excepcional
como וייצר con dos “י”, lo que no es la deletreación correcta. Esto se ha de
interpretar en el sentido de que el hombre fue formado de dos elementos: el
espíritu y la materia. Esto también se manifiesta en la vida del hombre. Su
parte material necesita de la materia para sostenerlo, y necesita también de
las leyes de la naturaleza: el hombre crece, florece, decae y muere. Sin
embargo, y desde otra perspectiva, el hombre se asemeja a los seres
espirituales por su caminar de pie, por su capacidad de hablar y pensar, y por
su capacidad, de alguna manera, de mirar hacia hacía atrás sin necesidad de
voltear la cabeza, todas estas facilidades son dadas al hombre a diferencia de
los animales. 
Lo que tenemos,
entonces,  es el contexto rabínico donde
se discute que al hombre se le ha dado dos formaciones corporales, una para
este mundo, otra para el mundo venidero. El mismo contexto que encontramos en
1Cor 15 cuando Pablo discute la naturaleza del cuerpo resucitado
contraponiéndolo con el cuerpo presente.
La doble formación del hombre, en el caso de
Pablo y en el rabínico, nace de la especulación de Gn 2,7: “Entonces el Señor Dios modeló al hombre con
arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió
en un ser vivo”.
Los rabinos deducen de este versículo una doble formación
humana, lo mismo que Pablo quien utilizará la imagen de los dos adanes. El
contexto de Gn 2,7 en el texto paulin0 (1Cor 15) no sólo es evidente por el uso
de πνοη ζωηζ, sino que también  por la
referencia εκγηζ χοικοζ en 1Cor 15,47 que encuentra el paralelo χουν απο
τηζ  γηζ en Gn 2,7 (perdonad la falta de acentos).  Además de utilizar Gn 2,7 como base para la
especulación del cuerpo resucitado, ambos, Pablo y los rábinos, tienen en mente
que el hombre, en el futuro, compartirá la naturaleza del hombre celestial ( en
el caso de Pablo1Cor 15,41: επουρανιοζ ) y la gloria de los cuerpos celestiales
(1Cor 15, 41 y Sifre Dt 11,21: la estrella difiere de otra estrella en gloria).
 También
fijémonos que GnR8,1 habla que R. Simeon
b.Lakish mantenía: [Adán] fue el último en el trabajo del último día y el
primero en el trabajo del primer día. Esto es consistente con la opinión de R.
Simeon b. Lakish quien decía: Y el Espíritu de Dios discurría (Gn 1,2),
refiriéndose al espíritu del Adán [el primer Adán] como podéis leer: Y el
Espíritu del señor descansó sobre él (Is 11,2). 
En este texto el espíritu de Adán se identifica nada menos que con
el Espíritu de Dios en la creación (el primero de los trabajos de Dios) a la
vez que con el Espíritu del Mesías. Pablo bien pudo haber entendido al Mesías
como el dispensador del Espíritu creado
al tiempo de la creación de Adán. Un Mesías pre-existente a la vez que un
Mesías como último Adán que lleva el cuerpo espiritual, celestial, que
compartirá en el futuro con nosotros.  
La gran diferencia entre Pablo y los rabinos
estriba en que éstos últimos no utilizan la imagen de los dos adanes para
hablar del cuerpo resucitado. Pero el contexto rabínico de 1Cor 15 está
altamente atestiguado.  Para más
detalles: Stephen Hultgren, “The Origen of Paul´s Doctrine of the Two Adams in
1Corinthians 15,45-49”, JSNT , 25 (2003) 343ss.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.