«Leyenda sobre David y Betsabé» (Apócrifo Eslavo)
Leyendo algunos apócrifos eslavos he encontrado un texto muy interesante llamado Una leyenda sobre David y Betsabé. Lo que es particularmente llamativo es la concepción de la muerte como expiación de los pecados y como liberación de los sufrimientos del pueblo. Todos conocemos la historia incestuosa entre el rey de Israel y la hermosa Betsebé. El texto continua señalando que Dios envió al profeta Nafana donde David y le dijo a modo de castigo: “Así habla el Señor, elegid uno de los siguientes tres opciones: puedo enviar una hambruna a tu tierra que durará tres años, puedo hacer que tengas que huir de tus enemigos durante tres meses, o puedo hacer que la muerte se enseñoreé sobre tu tierra durante tres días. Entonces David reflexionó y contestó: “Es mejor para mí el encontrarme bajó el poder del Dios vivo, que bajo el poder de la gente, porque grande es su generosidad”. Entonces David eligió la muerte. Y llegó el primer día de la muerte. Y Dios envió la muerte sobre Israel, y desde la mañana hasta el medio día murieron 70.000 personas…Ante el inicio de esta catástrofe David ora ante el Señor pidiendo que el castigo recaiga sobre él, y es aquí donde encontramos un interesante paralelo entre el valor expiatorio de su muerte y la salvación del pueblo. Una idea que se desarrolla principalmente en el valor expiatorio del mártir, del justo, y posteriormente de Jesús. Ver mis entradas relativas a la muerte de los mártires, de los justos, de los profetas. Evidentemente existe una diferencia sustancial, el justo y el mártir no han pecado contra Dios, como lo hizo David, pero el valor expiatorio de la muerte es el mismo. El contexto cultual (el templo) es el telón de fondo que explica estas ideas teológicas. David ora en los siguientes términos: Señor, yo he sido quien ha pecado; yo, el pastor, he cometido el mal, y ellos, ovejas, ¿qué mal han cometido? Señor, que tu ira caiga sobre mí, sobre tu siervo en la casa de mi padre”. Entonces la respuesta de Dios no se deja esperar: Y el Salvador se apiadó, y le ordenó al ángel (que mataba a la gente): “Detened vuestra mano”. Lamentablemente no he encontrado información sobre la datación de este documento…