Abraham como el segundo Adán en el Pentateuco
La idea de Jesús como el segundo y definitivo Adán que precide la nueva creación es fundamental en el desarrollo cristológico temprano. Ahora bien, la idea de un segundo Adán esta también presente en el mismo Pentateuco (leído como una totalidad) y en los Profetas. Jesús no es el primer «segundo Adán» …la idea de un segundo Adán la vemos también en Enoc, Jacob, Moisés, Josue, etc. Otro ejemplo lo encontramos en los paralelos entre la figura de Abraham y Adán. A ambos se les promete y encomienda partir hacia una tierra prometida.
En Gn1,1 se abre el Pentateuco con la siguiente frase Al principio Dios creó el cielo y la tierra. Se trataría de la creación del universo, sin límites y sin tiempo. Los términos generales en los que se plantea la creación del cielo y la tierra en Gn 1,1 hacen pensar que el caos y el subsecuente orden descritos a partir de Gn 1,2 se refiere a otra tierra (ארy). La tierra no tenía forma; las tinieblas cubrían el abismo (Gn 1,2a) se tendría que referir a una porción especial de la tierra; en otras palabras, Dios preparara en los subsiguientes días el Jardín del Edén, en donde colocará a Adán . Este proceso se describe en términos generales en Gn 2,8: El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia el oriente, y colocó en él al hombre que había modelado . La orden dada por Dios a Adán corresponden en términos generales a la misión de Israel luego del Éxodo de ir y conqusitar la tierra prometida (Nm 32,22.29; Jos 18,1; Jer 27,5-6; Is 51,3; Ez 36,35; Joel 2,3). Así leemos en Gn 2,15: El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín del Edén, para que lo guardara y lo cultivara.
Los paralelos entre Adán y Abraham (como segundo Adán) no son meramente textuales (Gn 3,2/16,2a; 3,17/16,2b; 3,6a/16,3a/ 3,6b/16,3a). La tierra prometida a Abraham es la misma tierra que Dios dio a Adán y que este perdió por la desobediencia. Los cuatro rios mencionados en Gn 2 que demarcan el Jardín del Edén corresponderían a los límites de la tierra prometida a Abraham y a sus descendientes en Dt 1,7 y en Jos 1,4. Al igual que a Adán, Dios le encomienda (o promete) a Abraham una desendencia numerosa y a ser canal de las bendiciones divinas. Ambos tienen una experiencia divina importante a través de un sueño profundo (Gn 2,21;15,12). Si bien la naturaleza de Alianza en la relación de Dios con Adán no es explicitada en Gn2, se trasluce a lo largo de las condiciones y promesas que se realizan en el texto. Lo mismo que vemos en la relación entre Dios y Abraham en Gn 15. En ambos casos, por último, luego de las promesas se sigue un relato de la desobediencia inducida en el caso de Adán por Eva, y en el caso de Abraham por Sara que lo instiga a unirse con su sierva (Gn 15).
Abraham, como segundo Adan, tambien ha fallado en su relacion con Dios. Para mas detalles: Seth D. Postell,Adam as Israel, Pickwick, Oregon, 2011, p. 82-95.