El relato de la creación y la conquista de la tierra prometida
La condición de la tierra en Gn 1,2 se describe como תהו ובהו , adjetivos que podemos traducir como «vacia» y «obscura». Leemos en este versículo: La tierra estaba vacía y las tinieblas estaban sobre las aguas profundas, y el espíritu de Dios se movia sobre el rostro de las aguas. Estos mismo adjetivos son utilizados por Jeremías para describir la tierra prometida luego de ser conquistadas for las fuerzas invasoras del norte. En Jr 4,23 leemos: Miro a la tierra: ¡caos informe!; al cielo: está sin luz. La condición desértica de la tierra se adivina en Is 34,11; Dt 32,10, Gn 2,5-6. Por lo tanto תהו ובהו en Gn 1,2 anticipa la condición vacía o desértica de la tierra prometida que el pueblo elegido, al igual que Adán (Gn 2,15), tiene que conquistar y cuidar.
Ahora bien, junto con la condición desértica Gn 1,2 habla de las aguas profundas (תהום) que cubrían la tierra y sobre la cual el espíritu de Dios se movía. Aquí nuevamente se haría mención a la historia de Israel en relación a la tierra prometida. El adjetivo «profundas» (תהום) para referirse a las aguas nos lleva al Gn 7,11 y 8,2 con las aguas profundas del diluvio y a las aguas que cubrieron al ejército egipcio durante el exodo (Ex 15,5.8; Is 51,10; 63,13; Sal 106,9). En este contexto aparece el espíritu de Dios sobre las aguas. Fijaos en Gn 8,1-2a: Entonces Dios se acordó de Noé y de todas las fieras y ganado que estaban con él en el arca; hizo soplar el espíritu sobre la tierra, y el agua comenzó a bajar; 8,2: se cerraron las fuentes del océano y las compuertas del cielo. O en Ex 15,8: Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas, las corrientes se alzaron como un dique, las olas se cuajaron en el mar.