Adán como Rey y Sacerdote de Israel

En el Gn 1-3
Adán es descrito como rey y sacerdote, lo que es tremendamente relevante para
la primera cristología. Jesús, como el segundo Adán, también es rey y sacerdote. Las características reales de Adán se expresan en el
verbo  רדה de Gn 1,26 que implica “dominar” o “gobernar” (Gn 1,26.28; Nm 24,19;
Rey 5,4; Salm  72,8; 110, 2) y el
verbo  כבש de Gn 1,28 que implica “conquistar” o “tomar”
(Jos 18,1; 2Sam 8,11; Sal 8,6-7). Notemos también que el conocimiento que tiene Adán del orden
natural, en este caso de los nombres de los animales (2,19-20), lo sitúa como un rey sabio.
Estas características, junto con las causas de su caída, las comparte con reyes
prototípicos de la historia de Israel. Pensemos en Josué que es descrito como
un rey sabio (Jos 1,7-8; Dt 17,18; Salm 1,2) que es llamado a conquistar (Jos
18,1) la misma tierra que Dios había llamado a conquistar a Adán (Gn 2,10//Jos
1,4) para adorar a Dios en ella al modo sacerdotal. Los habitantes de la
tierra, los Gibeonitas, son descritos en Josué en una manera análoga a la
serpiente del Edén (Jos 23), y de la misma manera que Adán por la serpiente,
Josué será derrotado por estos astutos habitantes primigenios de la tierra (Jos
9,3).
Pero Josué no es el único paralelo
real con Adán. Pensemos también en el rey-sacerdote Salomón quien es descrito
en términos sapienciales en 1Rey 5,9-11 y quien tiene dominio (רדה ) (1Rey 5,4//Gn 1,26-28) sobre un territorio
rodeado por los mismos ríos que delimitan el jardín del Edén (1Rey 5,1//Gn
2,10-14). La sabiduría de Salomón, al modo del Gn 2,19-20,  incluye el conocimiento sobe los árboles,
ganado, aves, creaturas que se arrastran, y peces. Recordemos también que a
Salomón se le había dado la gracia de discernir entre el bien y el mal, un
claro eco de la narrativa del Génesis en relación al árbol del bien y el mal
(Gn 2,9.17). En los relatos de Salomón las piedras preciosas, el oro y los
querubines son fundamentales en la construcción del templo, lo que nuevamente
nos lleva al Jardín del Edén donde eran abundantes. Además que el templo se
termina de construir al séptimo mes (1Rey 8,2), lo que es un claro paralelo con
el séptimo día de la creación (Gn 2,1-3). Por último consideremos los paralelos
entre la caída de Adán y Salomón. A este rey de Israel ya se le había advertido
(como a Adán) sobre los peligros de la idolatría ( 1Rey 11,2) y sobre la
posibilidad de ser expulsado de la tierra y de la presencia del Señor (1Rey
9,7//Gn 3,23; 4,14).  Más aún la caída de
Salomón se inicia con el enamoramiento hacia mujeres extranjeras (ver Dt 7,3) y
a su pasividad frente a sus influencias (11,3.5), lo que nos lleva al rol que
juega Eva en el Génesis.
Así, Gn 3,15 se puede entender como
una promesa implícita de un futuro y nuevo Adán real de la tribu de Judá que
revertirá la maldición que ha recaído sobre el pueblo (Gn 1,26-28; Nm 24,29;
Salm 72,8; 110,2). Ver también: Gn 49, 1.8-12; Nm 24,5-9. 17-24; Dt 31,28-29;
33,5.7. Para más detalles: Seth D. Postell, Adam
as Israel,
p.121-142.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.