La fiesta de los Shavuot en el tiempo de Jesús

Una de las fiestas judías que
implicaba una peregrinación hacia Jerusalén era la de los Shavuot , fiesta de la
recolección
(Ex 23,26) o fiesta de
las semanas
(Nm 28,26), o de pentecostes. Su fundamento bíblico está en Ex 23,19: Llevarás a
la casa del Señor, tu Dios, las primicias de tus frutos. No cocerás el cabrito
en la leche de su madre.
La idea era
llevar ante el sacerdote las primicias de los frutos de la cosecha, no de todos
los frutos, sino sólo de los siete frutos que sobresalen en la tierra de
Israel: trigo y cebada, viñas, higueras y
granados, olivares y miel
(Dt 8,8). Además se celebraba el aniversario de
la Alianza mosaica. La fiesta se preparaba en la medida que los peregrinos iban
caminando hacia el templo desde sus pueblos y ciudades. Cuando los peregrinos
pasaban por distintos pueblos camino a Jerusalén, rechazaban dormir en
cualquier casa para evitar cualquier posibilidad de caer en impureza. Entonces
dormían en plazas y calles. Cuando despuntaba el sol en la mañana el vigía
exclamaba a viva voz:  Levantaos y subamos a Zion hacia el Señor
nuestro Dios
(Jr 31,6). Y nuevamente iniciaban en gran tumulto el camino
hacia Jerusalén (Prov 14,28). Cuando ya estaban cerca, ponían por delante un
toro cuyos cuernos estaban cubiertos de oro, mientras cantaban acompañados de
flautas: Yo estaba contento cuando me
dijeron, Vamos a la casa del Señor
(Prov 122,1). Entonces enviaban una
delegación al templo para anunciar el arribo de los peregrinos, cosa que los
sacerdotes y levitas salieran a su encuentro. Así, todos entraban al unísono
cantando, deteniéndose en las puertas de la ciudad mientras exclamaban: nuestros pies se detienen ante tus puertas,
Jerusalén
(Salm 122,2). El capítulo 26 del Deutoronomio detalla el modo en
cómo se celebra esta fiesta una vez en Jerusalén. En esta descripción vemos
como un sentimiento de reverencia, asombro, y alegría inundaba al peregrino
cuando estos veían al Señor como fuente de toda bendición:   harás fiesta con el levita y el emigrante
que viva en tu vecindad por todos los bienes que el Señor, tu Dios, te haya
dado a ti y a tu casa
(Dt 26,11). La celebración de la liturgia transcurría
en un lugar del templo designado como en
medio del hall y el altar.
Si bien este lugar estaba prohibido a los
israelitas comunes por ser muy sagrado, durante la fiesta no sólo se les
permitía, sino que se les ordenaba llegar hasta allí para ofrecer sus ofrendas
al sacerdote al mismo tiempo que repetía después del sacerdote una porción de
la historia del pueblo de Israel (Dt 26,5). Entonces dejaba en el suelo, en la
zona suroeste del altar,  la canasta en
la que llevaba la primicias de sus frutos (26,10).  Así llegaba el fin de la liturgia cuando el
peregrino se postraba en tierra delante del Señor.
Además de los primeros frutos, el
sacerdote ofrecía los panes gemelos realizados
con la nueva cosecha de trigo. Estos panes representaban la bendición de Dios
sobre el hombre y sus futuras necesidades. El sacerdote ofrecía estos panes junto
con dos ovejas para el sacrificio. Para más detalles: Chaim Richman, The HolyTemple of Jerusalem, p.81-89.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.