La idea judía de la gracia divina (Mt 20,1-16)
La parábola del dueño de una viña que paga el mismo salario a todos sus trabajadores, sin importarle si estos trabajaron todo el día o solo un par de horas, muestra claramente la idea que los judíos tenían sobre la gracia divina (Mt 20,1-16). Ante el reclamo de los trabajadores que soportaron todo el día el calor de la jornada, el dueño les contesta: «Amigo, no estoy siendo injusto; ¿no habíamos cerrado trato en un denario? 20,14: Entonces toma lo tuyo y vete. Que yo quiero dar al último lo mismo que a ti. 20,15: ¿O no puedo yo disponer de mis bienes como me parezca? ¿Por qué tomas a mal que yo sea generoso?». Digámoslo de nuevo, esta parábola no refleja ninguna originalidad cristiana, sino mas bien refleja la idea de la gracia divina propia del judaísmo del tiempo de Jesús De hecho encontramos paralelos interesantes en ciertas historias rabínicas. Por ejemplo, se nos cuenta sobre «cierto rey que contrato a muchos trabajadores. Uno de ellos era en extremo diligente en su trabajo. Que hizo el rey? Lo tomo y camino con el por lo largo y ancho del campo. En la tarde los trabajadores se acercaron a recibir sus pagas. Al trabajador que camino durante la jornada con el rey, este le dio el pago de una jornada completa. Los demás trabajadores murmuraban y se quejaban diciendo «hemos trabajado todo el día pero el rey le ha dado a este que solo ha trabajado un par de horas lo mismo que a nosotros». El rey les respondió «Este trabajador ha hecho en dos horas más de lo que vosotros trabajasteis el día entero» (J.Ber. 5c, Capt.2). Aquí no se trata de retribución como se suele pensar, sino de la manifestación gratuita de la gracia divina. De hecho el trabajador diligente no trabajo bien en vista de tal o cual recompensa. El sólo hizo su trabajo, y el rey quiso pasear con él sólo porque era su deseo. Tal como lo explicaba el sabio Antigono de Socho, «no seais como los siervos que sirven a su maestro teniendo en vista el recibir una recompensa, sed más bien como los siervos que sirven a su maestro sin mirar la recompensa. Dejad que el temor de Dios este sobre vosotros» (m. Avot 1,3).
Otra parábola que apunta al mismo sentido la encontramos en un Midras al Salm 26,3 donde se entiende la gracia divina como la gratuidad de Dios: «Salomón le dijo al Santo, bendito sea: «¡Maestro del universo! Cuando un rey contrata a buenos trabajadores quienes hacen bien su trabajo, y luego les paga el salario,¿ qué elogios se merece el rey? ¿Cuándo se merece elogios? Cuando el contrata trabajadores perezosos y así y todo les paga el salario completo». Pongamos un ultimo ejemplo, «Cierto rey contrato a dos trabajadores. El primero trabajó todo el día y recibió el salario de un denario. El segundo trabajo sólo una hora y también recibió el salario de un denario. ¿Cuál de estos dos fue más amado? ¡Ciertamente no aquel que trabajó sólo una hora y recibió un denario! Y es que Moisés nuestro maestro sirvió a Israel 120 años y Samuel solo 52. Sin embargo, ambos son iguales delante del Todopoderoso. Como está escrito: «Entonces el Señor me dijo: «Moisés y Samuel están delante mio» (Jr 15,1), y luego dijo: «Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes, Samuel estaba entre aquellos que invocaban su nombre»(Salm 99,6). Sobre ellos y otros como ellos, El declara: «Dulce es el dormir del trabajador sea que coma mucho o poco» (Eclo 5,12). El judaísmo no es una religión legalista, como suelen dibujarla muchas personas de manera simplista. Jesús no viene a dar otra idea de la gracia que aquella que ya existía en su tiempo.