Vivir en el Espíritu Rm 7,4-6 y 2Cor 5, 14-17
Rom 7, 4-6
Del mismo modo, hermanos, por la
unión con el cuerpo de Cristo ustedes han muerto a la ley y pueden pertenecer a otro: al que resucitó de la muerte a fin de que diéramos frutos para Dios. Mientras vivíamos bajo el instinto, las pasiones pecaminosas, estimuladas por la ley, actuaban en nuestros miembros y dábamos fruto para la muerte. Pero ahora, libres de la ley, muertos a todo aquello que nos tenía esclavizados, servimos a Dios con un espíritu nuevo, y no según una letra envejecida. |
2Cor 5, 14-17
Porque el amor de Cristo nos
apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y murió por todos para que los que viven no vivan para sí, sino para quien por ellos murió y resucitó. De modo que nosotros de ahora en adelante no consideramos a nadie con criterios humanos; y si un tiempo consideramos a Cristo con criterios humanos, ahora ya no lo hacemos. Si uno es cristiano, es una criatura nueva. Lo antiguo pasó, ha llegado lo nuevo |
Ahora bien, ¿qué es lo nuevo en el espíritu? Es la vida en contraposición con la muerte. El Espíritu y la vida (Rom 6, 4; 8,4) tienen que ver con la Nueva Alianza. Esta se enmarca en la historia de salvación que nos habilita comparar la Alianza Mosaica y la de Jesús. Este motivo está particularmente presente en 2Cor 2-5. El espíritu vivo se refiere a una vida definida y controlada por el espíritu , muerte al pecado y a la Ley (Rom 7, 4). Jeremía y Ezequiel (esp. 11,19; 36,26-27) nos proveen del background para las antitesis presentes en Rm 2, 29; 7,6; 2Cor 3,6. El Espíritu nuevo no se trata del espíritu que sopló Dios en el principio de la creación, sino del Espíritu de Dios mismo recidiendo en el hombre (Ez 36,27; 37,14). Para más detalles: M.V. Hubbard, New Creation in Paul´s Letters and Thought, (Cambridge University Press, Cambridge, 2004) 102-112.