La nueva ley en el Espíritu en Pablo
En algunos textos, el espíritu-vida se aplica a un individuo en particular. En Is 11, 1-16 vemos que el espíritu es donado a una rama de la raíz de Jese que va a ejecutar el juicio en justicia (v.5) y llegará a ser bandera o estandarte para las naciones (v. 10.12). O como el siervo de Yave (42, 1-9) es sobre quien el espíritu va a descanzar y quien va a ser llamado justo, y quien llegará a ser una Alianza para los pueblos, una luz para las naciones (v.6). La relación entre espíritu y vida ya está prefigurada en Gn 1,2; 2,7; 6,17. Job 33,4.14. En estos casos no está claro que se hable de un espíritu especial, divino. No sucede lo mismo con textos donde espíritu y vida están conectados en una manera especial: Ez 8,3: La novedad que implica el espíritu en la era mesianica se ilustra en varios textos del A.T. Alargando una forma de mano, me agarró por los cabellos; el espíritu me levantó en vilo y me llevó en éxtasis entre el cielo y la tierra a Jerusalén, junto a la puerta norte del atrio interior donde estaba situado el ídolo rival del Señor. Este Espíritu se identifica también con el que mueve las ruedas de la mercabá (Ez 1, 12-20). Es el Espíritu de la promesa: Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y haré que caminen según mis preceptos y que cumplan mis mandatos poniéndolos por obra. El nuevo espíritu estaría conectado con el de Dios, no es sólo aliento de vida. Se trataría entonces de la creación de un nuevo hombre que es capaz de obedecer a Dios de manera perfecta porque ha acontecido un cambió milagroso en su naturaleza. Infundiré mi espíritu en ustedes para que revivan, los estableceré en su tierra y sabrán que yo, el Señor, lo digo y lo hago –oráculo del Señor– (Ez 37,14). Cuando Pablo discute sobre cómo Dios hace justos a los gentiles (Gal 3,8) dice: Así la bendición de Abrahán, por medio de Cristo Jesús se extiende a los paganos, para que nosotros podamos recibir por la fe el Espíritu prometido (Gal 3,14). Este es el mismo espíritu que es derramado en nuestros corazones (Rom 5,5) y que dice relación a la profecía de Joel 3, 1-2 (LXX): Después derramaré mi espíritu sobre todos: sus hijos e hijas profetizarán, sus ancianos tendrán sueños, sus jóvenes verán visiones. También sobre criados y criadas derramaré mi espíritu aquel día. Ver: 2Cor 1,22; 5,5; Ef 1, 13-14. Esta relación entre Espíritu y Vida se ve en Rm 8,1-11 cuando se habla de la ley del Espíritu de Vida (v.2). Para más detalles: M. V. Hubbard, New Creation in Paul´s Letters and Thought, (Cambridge University Press, Cambridge, 2004) 111-122