Jesús el pacifista (Salmos de Salomón)

En otra entrada veíamos como los Salmos de Salomón nos ayudan a entender algunos aspectos del contexto de la predicación de Jesús: la
posición de algunos fariseos radicales a la caída de la dinastía hasmonea y al recién estrenado poder romano,  y cómo entendían el reinado de Dios. Esto es importante porque estos fariseos comparten con Jesús mucho de las expectativas mesiánicas. Los fariseos estarían muy de acuerdo con Jesús cuando éste proclamaba el reino de Dios y llamaba a aceptar que
el reino de David nuestro padre está
llegando.
La diferencia, sin embargo, entre Jesús y los autores de los Salmos de Salomón radica en que para el primero el reinado de Dios no se inaugura a través de la violencia. Y es que
para los fariseos que están detrás de la obra apócrifa el Hijo de David tendría primero que purificar Jerusalén y el
Templo de judíos impíos y de paganos antes de reinar. Esto podía implicar el uso de la violencia por parte de Dios. Sin embargo, si bien los acentos son distintos, las expectativas son las mismas. Estas expectativas
estuvieron presentes a lo largo del ministerio de Jesús (Mt 12,23;20,20-21;  Mc 8,31-33; 10,35-37.46-48; Lc 24,21).  El mismo Jesús pudo haber compartido parte de
las premisas, como por ejemplo el que se restituyan las doce tribus con poder
para juzgar a judíos y gentiles (Mt 19,28; Lc 22,30). Sin embargo, Jesús no
sólo va a rechazar la violencia, sino que va a cuestionar la validez del título
hijo de David: Por qué dicen los escribas
que el Cristo es hijo de David?  David
mismo dijo por el Espíritu Santo: «EL SEÑOR DIJO A MI SEÑOR: ‘SIÉNTATE A
MI DIESTRA, HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS DEBAJO DE TUS PIES.'» David
mismo le llama «Señor.» ¿En qué sentido es, pues, su hijo?  
(Mc 12, 35-37ª). En este importante texto
Jesús rechaza que la concepción mesiánica en el sentido de restaurar la
monarquía davídica y la independencia de Judea. La idea del mesías que tiene
Jesús es otra…es más amplia. Y esta amplitud pasa necesariamente por la idea de
la permanencia de los gentiles en la tierra de Israel. Esta idea se expresa
dramáticamente en la escena de la purificación del templo. Recordemos que con
la renovación que hizo Herodes del Templo la corte de los gentiles, donde estos
podían permanecer, además de hacer negocios, se amplió considerablemente. Es
precisamente aquí donde Jesús realiza su acto profético exclamando: ¿No está escrito: «MI CASA SERÁ LLAMADA
CASA DE ORACIÓN PARA TODAS LAS NACIONES»? Pero vosotros la habéis hecho
CUEVA DE LADRONES
(Mc 11,17 ).  Esto quiere decir que Jesús entendía la corte de los gentiles como parte del
Templo, una postura, por cierto minoritaria. De algún modo los gentiles también
participan de la santidad (aunque en menor medida) del pueblo de Israel. En ese
sentido Jesús estaría de acuerdo con una visión escatológica como la que
encontramos en Isaías donde los gentiles también suben a Jerusalén a adorar al
Dios de Israel (Mt 8, 11-12). Para más detalles: David A. deSilva, The Jewish Teacher of Jesus, James, and
Jude. 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.