La vida de penitencia de Adán

Cuando Adán es expulsado del Jardín del Edén
es castigado con la muerte, entendida
como la lejanía de la comunión de Dios. Al mismo tiempo se le dice maldita será la tierra por tu causa; con
trabajo comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y abrojos te
producirá, y comerás de las plantas del campo.  
(Gn 3, 17-18 ). Antes Dios le
había dicho al hombre: He aquí, yo os he
dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y
todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento.
Y a toda bestia de la tierra, a toda ave de
los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra, y que tiene vida, les
he dado toda planta verde para alimento
  (Gn 1, 29-30). Esto significa que
después de la caída la condición humana se degrada, pasa de comer toda planta que da semilla y todo árbol que tiene
fruto
a toda planta del campo al
modo de las bestias. Existe una
degradación que es recogida por el Genesis
Rabbah 20,10: Las escrituras dicen: “tu comerás de las plantas del campo [como
los animales]”. ¿Cómo podemos interpretar esto? Cuando Adán escuchó esto, su
rostro se bloqueó de remordimiento y dijo: “¿Seré acaso yo amarrado como un
animal?” Dios le dijo: “Ya que tu rostro se bloqueó de remordimiento, tu
comerás pan” (Gn 3,19).
Ahora bien, ¿qué significa esta degradación animal
que sufre Adán? ¿Podemos encontrarle un significado? Paradojalmente la figura
de Nebucadonosor nos puede ayudar a desentrañar el significado de esta condición animal porque este rey, en la
biblia, resume la condición humana en general. Efectivamente, este rey nació
con honores y creció orgulloso. Con
todo, Dios le encomendó ser el medio para castigar a su pueblo Israel. Sin
embargo, el rey se sobre limitó en sus deberes y en su orgullo,  y de esta manera perdió la gracia de Dios
quien le dice en un momento de enorgullecimiento frente a Babilonia: ¡Contigo hablo, rey Nabucodonosor! Has
perdido el reino, te apartarán de los hombres, vivirás en compañía de las
fieras comiendo hierba como los toro
s, te mojará el rocío de la noche, y
así pasarás siete años, hasta que reconozcas que el Altísimo es dueño de los
reinos humanos y da el poder a quien quiere
(Dn 4,29). Ahora bien, el
castigo de Nabucodonosor implica una vida de penitencia, como la de Adán. Es
como lo entiende San Efraín el Sirio: En
este rey [Nabucodonosor] Dios representó a Adán: Desde que él provocó a Dios
con el ejercicio de su realeza, Dios lo desnudó de esta realeza. El Justo
estaba enojado y lo arrojó a la región de las bestias salvajes; él habitó allí,
en la tierra salvaje, y sólo cuando se arrepintió retornó a su vida anterior y
a su realeza. Bendito es Aquel quien nos ha enseñado el arrepentimiento para
que podamos volver al paraíso
(Himnos sobre el Paraíso 13,6). Es
interesante que tanto Adán como Nabucodonosor le enseñan al hombre el camino de
la penitencia verdadera, lo que tantos monjes de la iglesia siriaca imitaron
con fidelidad viviendo a destemplado, convirtiendo estos relatos bíblicos en
verdaderos tratados de antropología. Para más detalle: 
Gary Anderson, The Genesis of Perfection, p.140-154. 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.