Del menos al más…argumento judío para ejemplificar el amor de Dios (Lc 11, 10-13)
En Lc encontramos un dicho de Jesús que
explica en qué consiste el amor de Dios siguiendo un argumento desde el menos al más, en este caso desde la
generosidad imperfecta del hombre a la perfección divina. Esta forma de argumentar es muy propia del judaísmo. Jesús dice: Porque
todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
O suponed que a uno de vosotros que es padre, su hijo le pide pan; ¿acaso le
dará una piedra? O si le pide un pescado; ¿acaso le dará una serpiente en lugar
del pescado? O si le pide un huevo; ¿acaso le dará un escorpión? Pues si
vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lc 11,
10-13). Este mismo tipo de argumento leemos en Salmos de Salomón 5,13-14: La
generosidad de una persona siempre se expresa con reticencia, y si tal persona
puede volver a ser generoso mañana, puedes maravillarte él. Tú don, Señor, sin
embargo, abunda en generosidad y riqueza, y la persona que espera en ti no
quedará frugal en regalos. Esta manera tan judía de argumentar encuentra su
correlato, bastante pesimista, en Santiago, el hermano del Señor: ¿De dónde vienen las guerras y los
conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en
vuestros miembros? Codiciáis y
no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por
eso combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís con malos
propósitos, para gastarlo en vuestros placeres (Stgo 4,1-3).
explica en qué consiste el amor de Dios siguiendo un argumento desde el menos al más, en este caso desde la
generosidad imperfecta del hombre a la perfección divina. Esta forma de argumentar es muy propia del judaísmo. Jesús dice: Porque
todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
O suponed que a uno de vosotros que es padre, su hijo le pide pan; ¿acaso le
dará una piedra? O si le pide un pescado; ¿acaso le dará una serpiente en lugar
del pescado? O si le pide un huevo; ¿acaso le dará un escorpión? Pues si
vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lc 11,
10-13). Este mismo tipo de argumento leemos en Salmos de Salomón 5,13-14: La
generosidad de una persona siempre se expresa con reticencia, y si tal persona
puede volver a ser generoso mañana, puedes maravillarte él. Tú don, Señor, sin
embargo, abunda en generosidad y riqueza, y la persona que espera en ti no
quedará frugal en regalos. Esta manera tan judía de argumentar encuentra su
correlato, bastante pesimista, en Santiago, el hermano del Señor: ¿De dónde vienen las guerras y los
conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en
vuestros miembros? Codiciáis y
no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por
eso combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís con malos
propósitos, para gastarlo en vuestros placeres (Stgo 4,1-3).