Comensalía en José y Asenet
José y Asenet es un apócrifo que se basa en Gn 41,45 cuando el Faraón le da a José a Asenet como prometida. La trama va alrededor de la conversión de Asenet al judaísmo para poder casarse con José. Lo central es el intercambio de idea del Gn y de la apocalíptica: membresía en el pueblo de Israel, el descanso, y la eternidad de Dios («Joseph and Asenath» and the Eucharist, Barnabas Lindars SSF en Scripture: Meaning and Method A. Tyrrell Hanson (Ed.) Hull University Press, 1987, p.190). En este proceso de conversión, el arcángel Miguel juega un papel destacado. Dios nunca entra a «actuar» de manera directa. Siempre lo hace a través de un ángel. Es la misma dinámica que encontramos en el Ev. de Jn o en apócrifos como el Ap.Ab. El judaísmo se presenta en términos simbólicos, con muchas referencias directas e indirectas a la condición prístina que Dios soñó para el pueblo de Israel tal como se desarrolla en el Pentateuco. Cuando José aparece en escena lo hace vestido con una túnica extraordinariamente blanca y el traje que lo envolvía era de púrpura, tejido en lino y oro, llevaba una corona dorada sobre su cabeza, en torno a la corona doce gemas escogidas y sobre ellas doce rayos de oro, y con cetro real en su mano derecha (5,6-7). Aquí vemos como se concentran las cualidades sacerdotales y reales en José, las mismas que definen a Adán como prototipo del pueblo de Israel. Más aún, cuando Asenet contempla a Jose, reaccionó como si se tratase de una epifanía divina: su alma quedó transida de dolor. Se conturbaron sus entrañas, flaquearon sus piernas, tembló todo su cuerpo (6, 1). Y es que José, al modo adámico, refleja la luz divina. Esto hace que Asenet se reprenda diciéndose: Y yo loca y osada, lo he despreciado y hablé de él perversamente, sin saber que José es el hijo de Dios. ¿Quién de entre los hombres, en efecto, engendrará jamás una belleza tal? ¿Que vientre alumbrará una luz tal? (6,6-7). La conversión de Asenet, su transformación, tiene relación con su penitencia. La contrición en Asenet, al modo adámico, es un elemento fundamental que posibilita su transformación. Al octavo día alzó la cabeza Asenet del suelo donde yacía, ya que tenía los miembros paralizados de tanta postración (11,1). Luego reza: Señor Dios de los siglos, que otorgas a todos el soplo de vida, que sacaste lo invisible a la luz, que creaste todo e hiciste patente o no aparente. Tú que pusiste en lo alto el cielo y cimentaste la tierra sobre las aguas (12, 1-3)….A ti voy a confesar mis pecados, ante ti desvelaré mi iniquidad. Pequé, Señor, pequé; falté a tu le a tu veneración, y llegué a proferir perversidades ante ti. Está manchada, Señor, mi boca, por los sacrificios de los ídolos y de la mesa de los dioses egipcios (12, 4-5).
Cuando José se niega a besar a Asenet señala: A un varón piadoso, que bendice con su boca al Dios vivo, que come el pan bendito de la vida, bebe la copa bendita de la inmortalidad y se unge con la unción bendita de la incorruptibilidad no esta permitido besar a una mujer extranjera, que bendice con su boca imágenes muertas y mudas, come de la mesa de los ídolos carnes de animales ahogados, bebe la copa de la traición procedentes de sus libaciones y se unge con la unción de la perdición (8,5). Aquí los alimentos, la bebida y la unción son medios que de ser los adecuados conducen al conocimiento del Dios verdadero, y por lo tanto, con la vida. La idolatría, en cambio, se relaciona con la muerte. La vida y la muerte es la verdadera frontera que hay que traspasar y que separa a Asenet de José. Tal como señala Sn Pablo en 1Cor 10,14-21 en el sentido que uno no puede beber la copa del Señor y la copa de los demonios. Uno no puede ser parte de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios («Joseph and Asenath» and the Eucharist, Barnabas Lindars SSF en Scripture: Meaning and Method A. Tyrrell Hanson (Ed.) Hull University Press, 1987, p. 186). Esta dinámica muerte y vida, idolatría y fe en el Dios verdadero, es la que también se presenta en el relato del génesis. Esta dinámica se vislumbra en las palabras que le dirige José a Asenet después del primer encuentro: Señor, Dios de mi padre Israel, el Altísimo, el Fuerte, que todo lo vivificas y llamas de las tinieblas a la luz, del error a la verdad y de la muerte a la vida; tú mismo, Señor, vivifica y bendice a esta doncella. Renuévala con tu soplo, remodélala con tu mano y revivifícala con tu vida. Que coma el pan de tu vida y beba la copa de tu bendición, ella a la que yo escogí antes de ser alumbrada y que penetre en el descanso que has preparado para tus elegidos. Estos alimentos son vehículos de vida, inmortalidad, e incorrupción. A partir de esta transformación se actualiza lo que el libro de la Sab había dicho respecto a Adán: Dios creó al hombre para la incorrupción, y lo hizo a la imagen de su propia eternidad (2,23). En ese sentido la transformación de Asenet es ontológica, asume su cualidad adámica primera. Como sea el paso a la vida, y al lugar de las promesas (Ciudad de Refugio) pasa por la renuncia de los ídolos egipcios, dioses muertos, idolatría.
El proceso de conversión de Asenet culmina con el encuentro con el arcángel Miguel después de siete días de ayunos y penitencias, después de haber cubierto su cabeza con cenizas, de haber llorado mucho (13, 1-10). Al igual que en Ap.Ab, y del aspirante para ascender a la mercabá en la literatura de Hejalot, el ayuno de comida y bebida, son fundamentales para el visionario. El ángel era en todo parecido a José: en el vestido, corona y bastón regio (14,8). El ángel le dice: A partir de hoy vas a ser renovada, remodelada y revivificada; vas a comer el pan de vida, a beber la copa de la inmortalidad, y serás ungida con la unción de la incorruptibilidad. Esta nueva identidad que combina la vida eterna con el conocimiento del Dios verdadero implica también el adoptar otra cualidad adámica, la de encarnar el paraíso (o Jerusalén celestial o tierra prometida), la Ciudad de Refugio. Esta ciudad de Refugio implica las promesas de Dios al pueblo, entre ellas, la misericordia. Ahora estoy huérfana y abandonada; no hay para mí esperanza alguna sino es en ti (12, 11) (porque ha abandonado a los ídolos y su familia le ha dado la espalda). En este momento la colmena de miel representa la comida espiritual que transformará a la mujer. Semejante miel ha sido elaborada por las abejas del paraíso, y los ángeles se alimentan de ella, y todo el que la come no morirá jamás (16,8-9). Las promesas divinas se relacionan con la tierra de la cual emana leche y miel, lugar de las promesas donde los escogidos están seguros. Algo parecido al rol que juega Asenet como Ciudad de Refugio, que culmina el proceso de transformación de Asenet después de su penitencia (15,7), después de haber experimentado la misericordia de Dios y haber renunciado a la idolatría (Portier-Young, 2005, p. 149). La tierra de la que emana leche y miel es la herencia del pueblo (Lv 20,24; Nm 16,14). Asenet también habla de su tierra como una herencia (JosAs 16,4). Hablando de su herencia también hay que destacar JosAs 12,5: …Además de las reminiscencias adámicas, el panal se relaciona con el maná que el pueblo de Israel comió en el desierto camino a la tierra prometida. Era blanco y brillante como la nieve, lleno de miel, y su aroma era perfume de vida (16,4; Ex 16,31). El maná-panal se identifica con la palabra del ángel pues es por ésta que el panal aparece en la mesa de la habitación de Asenet. Es de esta miel y maná que los ángeles del cielo se alimentan. Recordemos también que el maná que comió el pueblo por el desierto tenía el gusto de la miel (Ex 16,31), además de ser llamdo «comida de los ángeles» en el Sal 77, 25 (LXX). El maná descendía con el rocío (Nm 11,9) parecido al hecho que fuese de rocío (JosAs 16,14). Por supuesto que el motivo del maná también nos llevan a textos neo testamentarios como Jn 6, 33. 35.38.51.58. donde Jesús se identifica como el pan de vida que ha descendido del cielo para dar vida al mundo. Además del maná esta este panal nos lleva al Cantar de los cantares (4,11), versículo que se puede leer alegóricamente como la unión entre Dios y la amada: Novia mía, néctar destilan tus labios, miel y leche, bajo tu lengua; y la fragancia de tus vestidos cual fragancia del Líbano. Otro versículo conveniente es 5,1: He entrado en mi jardín, hermana y novia mía, he recogido mi mirra y mi bálsamo, he comido mi néctar con mi miel, he bebido mi vino con mi leche. Compañeros, coman y beban, embriáguense de amores. Otro texto oportuno es Prov 16,24:Panal de miel son las palabras amables, dulzura en la garganta, salud de los huesos. En Sir 24,20 la sabiduría declara: mi recuerdo es más dulce que la miel, poseerme es mejor que los panales. Asenet compara la miel no con la sabiduría de Dios sino con su misericordia (JosAS 12, 14-15):… Esta transformación se completa cuando José besa a Asenet, tendió José sus brazos y rodeó con ellos a Asenet, y ella a José, y se abrazaron largo rato, mientras reanimaba su espíritu (JosAs19,3),